domingo, 22 de febrero de 2009

Carta abierta al doctor Eduardo Pizarro Leon Gómez, presidente de la comisión nacional de reparación y reconciliación

22 de febrero de 2009 
TEXTO AUTENTICADO y VERIFICADO POR SU AUTOR 


He leído con detenimiento su entrevista concedida al periódico El País, el pasado 5 de febrero, y me es imposible quedarme callado como ex combatiente de la confederación de autodefensas y como ciudadano que le apostó a la paz del país, pues ésta me ha causado indignación, tristeza y dolor, ante todo, como colombiano. 

Indignación porque veo que, como bien lo dice el periodista Steven Dudley en su libro “Armas y Urnas”, “Trabajar en el tema de los derechos humanos es una labor peligrosa, en parte porque los absorbe la política”, y considero que en su entrevista todavía se percibe dolor politico por no haber podido concretar el sueño de rebelde de tomarse el poder en Colombia, por medio de las armas como lo planifico el comunismo para jugar a la dictadura. Sin embargo, ahora se presenta usted como juez, condenando a una parte de los actores del conflicto y excusando a los otros, poniendo de manifiesto su interés en que se les perdone y mostrando su dolor de humanista a favor solo de una parte de las víctimas del conflicto. Con esa actitud usted deja de ser garante de reconciliación y se convirtió en juez y parte, lo que lo lleva a dejar para la historia como memoria solo sus intereses. 

Tristeza, porque, por una nostalgia política, lo vemos más incitando a continuar ese círculo vicioso de violencia que no encuentra fin en nuestro país, al presentar el conflicto como la lucha entre buenos y malos, entre ángeles y diablos o, peor aún, entre soñadores revolucionarios y bandidos narcotraficantes. 

Y dolor, pues con esa entrevista desfigura las verdades de los actores y del conflicto mismo, a favor de sus intereses políticos, aprovechando la coyuntura de no permitirnos a los demás los mismos escenarios para defendernos de sus verdades a medias. Con actitudes como ésta no se logra cosa diferente que perpetuar el mismo espiral de violencia en que ambos participamos directa o indirectamente, desde orillas opuestas. De pronto, ese es su real interés político: que nos sigamos matando entre colombianos, como ha sido nuestra interminable historia de guerras civiles fratricidas. 

Desde esta celda fría, y encadenado como estoy, quisiera responderle con las mismas armas políticas con que usted ataca en su entrevista, a quienes por convicción, por miedo al secuestro, por miedo a la muerte violenta y por miedo a la imposición de un modelo de Estado totalitario, ideológicamente comunista opusimos resistencia armada a través de la conformación de grupos de autodefensa. Valga mencionar aquí que, el secuestro lo conocimos en mi sociedad y en mi pueblo con el caso del doctor Guillermo Castro Castro, un médico del estrato alto provincial, al servicio del pueblo; secuestro realizado por el M-19. 

Nosotros hicimos uso de nuestro legítimo derecho a la defensa individual y colectiva, para proteger nuestra vidas, nuestras libertades y nuestro sueño de Estado ideal, como única alternativa después de haberse cerrado las vías políticas y roto el último contrato social al que nos sometimos como ciudadanos, representado en la Constitución del 1991. Mientras tanto, su hermano Carlos y sus socios de banda, -a los que perdoné haciendo parte de la sociedad colombiana como ciudadano ejemplar de entonces, empresario y soñador de mejores tiempos para todos- se asociaban con Pablo Escobar, para hacer pedazos el sistema de justicia y acabar con la extradición por la vía violenta, sin importarles que con ello acababan no sólo con la poca institucionalidad que quedaba sino con la vida de miles de colombianos de bien. El y sus gozones de la revolución, doctor Pizarro, sí estuvieron al servicio del narcotráfico, él comportamiento de esa banda sí era de mercenarios, pues mostraron que actuaban sin ninguna moral de combate diferente a la plata. Hablemos con la verdad de todos, incluyendo la de los suyos. Hasta por mercenarios y narcotraficantes, yo como miembro de la sociedad de bien de entonces, perdoné a los suyos. 

Yo podría, doctor Pizarro, debatirle mucho sus argumentos políticos de rebeldía, pues no se entiende que hijos del que defendiera desde la institucionalidad armada lo que presenta nuestra historia como Frente Nacional, es decir, como la solución escogida para ocultar premeditadamente los hechos más bárbaros de guerra civil ocurridos durante el período denominado La Violencia, lideraran el discurso presentado políticamente como la respuesta armada a la exclusión de su participación en el poder. 

Impulsados por el partido comunista Colombiano se organizaron las diferentes bandas armadas con que se dio inicio al mayor ataque contra una sociedad de ricos, de medio-ricos y sobre todo, de muchos pobres. Entre, ellas el movimiento 19-Abril- banda a la que usted desde la distancia aplaudió-, y que me llevaron a mí y a los hombres bajo mi mando a enfrentarlas en todas sus estructuras para evitar la destrucción total de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestras empresas, de nuestras sociedades y del país mismo. Lo trágico de todo esto es que los métodos hayan sido los mismos que les aprendimos a quienes fueron los verdaderos profesores de cómo accionar política y militarmente en una guerra civil irregular: la izquierda radical armada amante de la combinación de todas las formas de lucha. Y si es por las obras sociales le aseguro que yo sí desde la comunidad en la que vivía, antes que me atacaran y nos atacaran los que pensaban o piensan como usted, trabajé al lado de mi familia sin importarnos el detrimento de nuestro propio patrimonio económico, en ayudar a mejorar las condiciones de vida de muchos desplazados que llegaron a nuestro pueblo, huyendo de los ataques violentos producidos, por las bandas armadas del comunismo y que eran pobres, muy pobres. Por eso no entendíamos y nos preguntábamos ¿Cuál será entonces el pueblo que dicen defender? 

Pero, ¿sabe doctor Pizarro? desde esta fría celda, quiero seguir pensando, que nosotros concretamos el más grande hecho de paz que ha habido en el mundo – porque el gobierno no hizo nada para ello y esa es otra verdad que por interés político se le cuenta a medias al país y al mundo -, donde una organización política armada civil e irregular con todos sus defectos, errores y degradaciones, pero en su momento de mayor poder, victoriosa política y militarmente, de manera unilateral depuso voluntariamente las armas a favor del gran clamor de los colombianos: no más violencia. 

Algún día la historia terminará reconociendo que, por lo menos la confederación de autodefensas, tuvo coherencia política ante el sentir nacional, así hoy estemos pagando un alto costo por defender nuestras convicciones, incluyendo nuestro sueño de paz, que fue en últimas lo que nos llevó a las armas. Las cadenas con que hoy se me ata para movilizarme, son una dignidad que no se merece la ruidosa victoria que se arroga el Gobierno nacional, en los diferentes escenarios donde se presenta, usando nuestra voluntad política de paz como mérito propio sin permitirnos desmentirlo. 

Un ex miembro del M-19 dijo, “el hecho que uno tenga que coger las armas, no significa que uno tenga que adorarlas y que no haya un momento en el que toque dejarlas”. Qué fácil fue para quienes entonces pensábamos como una verdadera sociedad civil en una Colombia de todos y sin violencia, entenderlos y perdonarlos, cuando estaban derrotados política y militarmente y qué tan difícil ha sido para usted y para quienes no pudieron tomarse el poder por la vía armada entender que nosotros, victoriosos desde la resistencia armada, encontramos el momento políticamente correcto para dejarlas a sabiendas de que no era el momento militarmente correcto, pues la lucha continuaba ya que nuestros enemigos políticos persistían en la lucha armada y sabíamos que desde el gobierno y la regularidad jamás se les derrotaría. 

¿Por qué les ha sido tan difícil entender ese gran gesto de paz en beneficio de la Colombia que en su mayoría piensa diferente a ustedes? ¿Será que insisten en su ideal de llegar al poder por cualquier vía y han tomado nuestro gesto de paz y el hecho que el gobierno nos silenció después de haberle entregado las armas para vengarse de quienes responsabilizan de haberles truncado sus sueños de rebeldes de tomarse el poder así fuera por la vía armada? 

Doctor Pizarro, mi sueño de lucha por una mejor Colombia y en convivencia, hoy es más fuerte que ayer, mi concepción compartida por muchos compatriotas de ver a Colombia convertida en un país de regiones, sigue intacta, mis convicciones siguen hoy más fuertes que ayer, reconozco y pido perdón por haber utilizado las armas como vía política. Hoy estoy convencido de que es la más estéril y dolorosa para solucionar los verdaderos problemas que aquejan al pueblo colombiano y en particular el pueblo Caribeño, que ha sido el más olvidado por todos. 

La vía armada, solo ha servido como cortina de humo para que los dirigentes la utilicen como discurso para evadir sus responsabilidades, mientras la corrupción todos la volvimos nuestra amiga inseparable. Se lo dije a usted en su cara en la primera reunión que tuvimos ya desarmados y desmovilizados con la Comisión que usted preside: si la verdad no la asumimos todos aquellos a los que nos cabe responsabilidad, empezando por que se conozca la verdad pero empecemos por el principio reciente que no se quiere olvidar y sigue motivando discursos y violencia, como fue la conformación del Frente Nacional y quienes lo defendieron, allí encontraremos los verdaderos responsables del magnicidio de Gaitán- y el asesinato de cientos de miles de Colombianos- y lo podremos enterrar y ahí si, que descanse en paz. Que se conozca quienes fueron los responsables desde el comunismo, de la creación de las diferentes bandas armadas que organizaron para poner en la práctica la teoría Marxista-Leninista de la combinación de todas las formas de lucha con la intención de tomarse el poder para instaurar su dictadura del proletariado. Así empezamos Dr. Pizarro a resolver el verdadero nudo que enseñaron a amarrar ellos entre políticos y generadores de violencia, que al no ser señalados ni judicializados llevó a la repetición sirviendo de ejemplo hasta nuestros días, así algunos posteriormente hayan tomado distancia y se apartaran, hoy no los eximen de su responsabilidad histórica y legal al lado de quienes persistieron. 

Que se conozca quienes permitieron que naciera, creciera y se reprodujera en el tiempo hasta hoy, el fenómeno del narcotráfico con el que llevamos medio siglo y que termino alimentando la violencia venga de donde venga y degradando nuestros principios, valores y costumbres como sociedad. Que se conozca como, cuando, donde y porque se inició en nuestro país, las expresiones de resistencia civil armada, como herramienta de la necesidad de autodefensa, y sus gestores. Que se conozca cuando, por quien y con que finalidad se organizo y constituyo el partido político de la Unión Patriótica y quienes lo lideraron, así sabremos quienes engañaron a muchos soñadores de cambios para que asuman su responsabilidad que compartirán con los responsables de las muertes de quienes solo soñaban. 

Que se conozca cual fue la realidad hasta individualizar los responsables del secuestro y posterior asesinato del importantísimo líder sindical José Raquel Mercado, pues ellos se inventaron el ataque a los sindicalistas como medio de lucha. Que se conozca la verdad de adonde, como, cuando, quienes y porque se conforma las primeras expresiones del paramilitarismo y como termina el M-19 haciendo un acuerdo de no agresión con el. 

Que se conozca quienes participaron en representación del narcotráfico y del M-19 en la planificación de la toma del Palacio de Justicia y quienes fueron sus colaboradores. Que se conozca de una vez la verdadera historia de la toma del Palacio de Justicia. Que se conozca la verdad de los magnicidios de Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán Sarmiento, Álvaro Gómez Hurtado y Carlos Pizarro Leóngomez. 

Que se conozca la verdad de la alianza entre el gobierno Colombiano, la fiscalía general de la nación de entonces, el cartel de Cali en cabeza de los hermanos Rodríguez Orejuela, las agencias de sicarios del narcotráfico, las autodefensas del Magdalena medio y las de los hermanos Castaño y agencias de gobiernos extranjeros, para la constitución de un frente común para acabar con Pablo Escobar, ensenándole a los Colombianos que el “fin justifica los medios”, dándole inicio a un comportamiento que ha servido de ejemplo para la repetición hasta nuestros días. Que se conozca la verdad de quienes quedaron por fuera siendo responsables de la infiltración de dineros del narcotráfico en campañas políticas de todo nivel incluyendo presidenciales, y como a afectado esta situación los niveles de corrupción tanto en el sector publico como en el sector privado. Que se conozca la verdad sobre la alianza entre la institucionalidad y el narcotráfico para la liberación del hermano del entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos. 

Que se conozca la verdad de porque termino la constituyente del 91 prohibiendo la extradición de Colombianos para encontrar los vicios de nulidad que ella tiene. Igualmente porque el Congreso de la Republica aprobó en el año de 1997 nuevamente la extradición, sin retroactividad. Que se conozca toda la verdad del accionar político, militar, económico, social, cultural, y espiritual de las autodefensas de mi generación, incluyendo las que conformé y comandé y el porque se está repitiendo nuevamente el fenómeno, para poder culminar con la verdad verdadera del conflicto Colombiano en estos últimos 50 años que ha sido el mismo y no podemos conformar la verdad solo con la verdad de los últimos en llegar y participar en el. Que se conozca la verdad de todo lo que se hablo y los acuerdos a los que se llegaron en la negociación política entre el Gobierno Nacional y las autodefensas Colombianas. 

Se lo dije Dr. Pizarro; si no abordamos esa verdad no habrá verdad en Colombia, y las medias verdades solo sirven para alimentar discursos que invitan a la violencia, pues seguiremos mirando siempre con el retrovisor y recordando el pasado de acuerdo a los intereses de turno, es eso lo que no nos deja pasar la pagina de nuestra violencia, perdonarnos, reconciliarnos y poder por fin mirar hacia adelante construir las bases de la paz y trabajar por sostenerla en el tiempo para poder soñar con un futuro diferente para todos. No pido cárcel para nadie que contribuya con la verdad, pido perdón para todos y la verdad verdadera como instrumento reparador y reconciliador por excelencia. Solo así el pasado lo dejaremos como una pesadilla que no se puede olvidar para no volverlo a repetir pero igualmente para que el pasado no siga siendo escusa para mantenernos en el y no avanzar en la construcción de un mejor mañana. 

Ahora comprendo porqué a usted no le llamó la atención nuestra posición, tiene usted su propia historia familiar, tanto desde el establecimiento como desde la opresión armada y sus intereses tampoco le permiten decirla. Con su verdad Dr. Pizarro, solo habrá pequeñas verdades dentro del colectivo universal de la verdad del conflicto. 

Yo sé por qué, pero lo invito a que sea usted, a quien tanto le ha impactado la verdad que ha aflorado en nuestro proceso, que fue uno de nuestro compromiso con Colombia, a que, como conocedor del tema nos impacte con su verdad. Somos muchos los que por décadas, y después de perdonarlos, hemos estado esperando esa verdad como gesto reparador y reconciliador. 

Necesitamos que nos cuente quiénes fueron los encargados, desde el comunismo de motivar, fomentar, organizar, respaldar, ayudar, crear, participar y dirigir las diferentes bandas armadas para llevar a cabo su sueño de llegar al poder por la vía armada. Parecería que a la justicia colombiana le da temor judicializar a quienes fueron sus gestores políticos, militares, económicos, sociales, culturales y hasta espirituales pues al parecer hacen parte de lo que mal llaman hoy la intelectualidad, la sociedad civil, los defensores de los derechos humanos, los soñadores de paz, los generadores de opinión, los colectivos y sin colectivos, a quienes a diferencia de nosotros, nunca se les cerraron las vías para defender sus propias convicciones o intereses políticos, militares, económicos y sociales. 

Igualmente, como conocedor del tema -y miembro de una familia que ha estado presente en todos los escenarios de la violencia colombiana desde todas las orillas, aunque ahora sólo quiera mostrarse a favor de unas víctimas, como si todos no hubiéramos sido víctimas, cuando los suyos eran los victimarios y usted los aplaudía en la distancia- pedimos que nos impacte también contándonos quiénes fueron los responsables de la violencia partidista que generó tantas víctimas hoy olvidadas, también por usted, y que son responsables de la violencia que reinició, entre otros, Carlos Pizarro. Eso también es interés político. Si nos impacta doctor Pizarro contándonos esa verdad que usted conoce, le creeré que de verdad quiere luchar desde su posición personal para representar a la gran mayoría de nuestros compatriotas. De lo contrario la verdadera verdad histórica escrita por quienes usted contrató y dirige de lo ocurrido en el ultimo conflicto civil vivido por los Colombianos, será un simple libro mas para hacer política en beneficio propio por parte de quienes no lograron culminar sus sueños de rebelde y hoy se han victimizado para generar lastima, en vez de utilizar su condición, su experiencia y conocimiento para evitar la repetición y construir país. 

El lenguaje utilizado para hablar del conflicto no puede ser manipulado: la violencia no puede ser buena si viene desde la opresión armada y mala si viene desde la resistencia armada, la violencia ante todo es mala para todos. Las víctimas no pueden catalogarse como tales por solo ser parte del estrato económico menos favorecido y dejar de ser víctimas si pertenecen a un estrato económico trabajador. Los desplazados no pueden ser catalogados como tales solo si pertenecen a un sector cuyas condiciones de indignidad lo hacen inhumano y hoy los mostramos como pobres campesinos como si esa no fuera su condición de antaño. 

Recuerde que muchos de ellos vendieron sus predios por haberse cansado de estar solo administrando su propia miseria sin que nadie le extendiera la mano –esa es otra verdad contada a medias y que hoy utilizan personas como usted para bandolerizarnos-. ¿Qué pasará cuando Colombia sepa que parte de esos desplazados vendieron y recibieron dinero por lo suyo? No las regalaron, las vendieron al precio desvalorizado que llegó a tener la tierra por culpa del comunismo y sus diferentes bandas armadas. ¿Qué pensará Colombia cuando se demuestre que algunos de esos desplazados de hoy, ayer motivados desde una organización social acompañaron a muchos compañeros de rebeldía a matar, robar y desplazar a quienes trabajaban honestamente desde su posición empresarial de hombres de campo? Qué bueno que usted abra ese debate de cara al país, pero por favor ténganos en cuenta y permítanos tener el derecho que jamás le quitamos al M-19 y demás bandas armadas del comunismo que se desmovilizaron en el pasado de defenderse en los mismos escenarios que lo hacen quienes atacan en favor de sus intereses políticos. 

Cuanto quisiera seguir contestando su entrevista, pero tendría que utilizar palabras que podrían alborotar más su ira contra nosotros. Mis hombres y yo nada tuvimos que ver con la muerte de sus hermanos ni con sus heridas; sin embargo, nos sumamos al ex comandante Mancuso, cuando en esa primera reunión con la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, a nombre de la ex confederación de autodefensas, le pidió perdón, así nada tuviéramos que ver con ella los presentes y nuestros representados y todavía dudo que haya sido una acción de las autodefensas y no del verdadero paramilitarismo de Estado que emana del Establecimiento y ese jamás se ha querido tocar, buscando siempre entre otros los chivos expiatorios que paguen. Parece que el perdón de ese día fue fingido para demostrar que usted como presidente de la Comisión era el primer colombiano en perdonar. Al M-19 yo si los perdoné desde el año 1989, como ciudadano integrante de la sociedad civil, cuando avalamos en un gesto de grandeza la amnistía e indulto que les permitió recuperar sus derechos civiles y políticos que habían perdido en la guerra, con el sueño de que dejaran tranquila a Colombia. Todavía recuerdo esa primera reunión con la Comisión, cuando el 90% de sus miembros llegó con la tintura en el dedo derecho muestra de que el día anterior habían participado en las elecciones internas realizadas por el Polo Democrático, incluyéndolo a usted. Ese día dije que estábamos perdidos, pues el gobierno después de nuestro gesto de paz con Colombia, nos tiró en manos de nuestros contradictores políticos, militares, económicos, sociales, culturales y hasta espirituales, para que se saciaran con nuestro proceso y bandolerizaran a su lado nuestra convicción de haberle apostado a la paz del país. Ese día también dije: ahora sí nos quedamos solos y perdimos si no se nos permite defendernos en los mismos escenarios desde donde se nos atacará. Su entrevista me ratifica hoy lo que dije en aquel entonces, pero seguiré adelante. 

Doctor Pizarro, yo estoy acá defendiéndome por una acusación de la cual no tengo responsabilidad sin desconocer y aceptar mis reales responsabilidades, hablo a nombre propio y de los hombres y mujeres que estuvieron bajo mi mando, no de más nadie. Estoy seguro de que nosotros hicimos políticamente lo correcto, al abandonar la vía armada como medio de lucha. Hoy ratifico que esa determinación política fue la correcta, así muchos de mis ex subalternos hoy presos y otros en la calle esperando la tan prometida reinserción laboral no lo entendieran en su momento y hoy sigan teniendo dudas, cuando tienen que volver a clamar por su seguridad y por la defensa de sus derechos naturales. 

Ojalá los brazos armados que organizó el comunismo y que hoy persiste en la vía armada como medio de lucha, entiendan, como lo dije en mi discurso de desmovilización, que llegó la hora de participar todos en la restauración moral del país, como invitaba Gaitán hace 60 años y hoy su invitación está tan vigente como entonces sin exclusión y con el aporte de todos, pues ellos con su concepción política también hacen parte fundamental para la Colombia de todos, eso sí, sin armas. 

Ojalá que quienes optaron nuevamente por la vía armada como medio político, desde las autodefensas gaitanistas de Colombia y las diferentes confederaciones de autodefensas entiendan que así el gobierno nos haya traicionado e incumplido y puedan tener todos los argumentos políticos para haber vuelto a las armas, la vía política armada no le sirve a Colombia para solucionar los problemas que la asfixian. 

No confundan los tiempos políticos como también no los quiso enseñar el comunismo por medio de algunas de sus bandas armadas, afortunadamente fue lo único que no le quisimos copiar. No puede ser que desde las autodefensas se le quite nuevamente al país el sueño de vivir sin violencia. Que ese costo político lo asuma el Gobierno que no ganará la guerra y que le quedó grande la paz. Hoy seguimos viviendo la misma horrible noche que desde hace 60 años y ustedes están siendo satanizados al igual que nos han satanizados a nosotros después de desarmarnos, solo podemos callarlos con hechos de paz, y el nuestro es único e inocultable, así persistan los ciegos, los mudos y los sordos que nos criminalizan a favor de sus intereses políticos, individuales o colectivos y en beneficio de lograr un mejor trato para sus compañeros de lucha. 

Ojalá que el narcotráfico entienda que ha hecho parte de la descomposición política, militar, judicial, económica, social, cultural y espiritual en que hemos caído y vivido los colombianos desde su aparición hace 40 años y ha sido motor para incrementar la violencia. Es hora de que piensen en ayudar a sacar a Colombia y al mundo de ese espiral de violencia y de degeneración. Los colombianos debemos de estar conscientes y el mundo también, de que es hora de dejar a un lado la doble moral. 

Hoy, lo digo con conocimiento de causa, sin temores sobre lo que se piense de mí, pues viví y conocí los efectos de su realidad y sus consecuencias. En el año 2002 invité al Gobierno americano para que me ayudara a combatir y a acabar con el narcotráfico, cuando por primera vez llegue a una zona donde encontré esta economía ilícita establecida con complacencia de los gobiernos de turnos y sus instituciones, nunca obtuve respuesta a mi invitación pública y la violencia se recrudeció en ese sector y los montos que esta actividad canceló como impuestos de guerra, ayudó a ello. 

No se trata de entregarle el Estado a los bandidos como lo he escuchado en muchos discursos politiqueros, se trata de ser realistas y recuperar el Estado en favor de todos los colombianos para dejar de ser los parias del mundo y poder suscribir, por fin, un nuevo contrato social que nos obligue a todos a acatarlo, a cumplirlo y a respetarlo. 

Ojalá que los colombianos entendamos y nos cercioremos qué es lo que queremos y si es la paz, empecemos por admitir que hay que hacerla con todos los que generan violencia, pues parcelarla también lleva a la repetición, y como dice usted Dr. Pizarro, y estamos de acuerdo, preparémonos para hacerle mayores concesiones a los brazos armados del comunismo de hoy FARC y ELN, pues ellos sí tiene ventrílocuos que no se avergüenzan de hablar en beneficio de su lucha y de una mejor salida del conflicto de acuerdo a sus intereses. De lo contrario su voluntad nunca será consecuente con el clamor nacional y no hay, hubo y habrá comisionado de paz para ello. Lo muestra la historia ayer y hoy. 

Ojalá el gobierno de turno se convenza de que la victoria militar desde la regularidad, jamás será posible si enfrenta un enemigo civil e irregular. Podrá diezmarlo, podrá quitarle movilidad, podrá quitarle acompañamiento y territorios, pero si no ha podido ni siquiera consolidar su política de seguridad en los territorios entregados por las autodefensas en su desmovilización. La paz no es de un gobierno, es de la nación entera y si la queremos nos toca a todos luchar por su 
consecución, es nuestro compromiso, nuestro deber y obligación, gústele o no, a los verdaderos enemigos de la paz. 

Doctor Pizarro, el silencio no me hará cómplice de lo que no fui y el miedo a responderle no me hará como ayer, pensar que definitivamente la única salida son las armas para responderle a quien nos ataca solo por satisfacer sus propios intereses. No, hoy soy un hombre que cree en la paz como única posibilidad de vida y lucharé por ella, así sea con las cadenas puestas como hoy las tengo. Lo invito a que desarme su corazón y de verdad ayudé a Colombia, para ver si por fin logramos que algún colombiano en el tiempo pueda contarle a alguna generación lo que se siente vivir sin estar día y noche acompañado de la violencia. Usted puede hacerlo y los suyos también si lo que realmente quieren son mejores tiempos para todos los colombianos. Por último, será mucho pedirle que su lenguaje, su discurso, sus actuaciones y el cumplimiento de sus funciones legales, coincidan con la responsabilidad que hoy usted ostenta como máxima figura de la reconciliación, que es el anhelo nacional. Ojala que si, si no renuncie o que Dios se apiade de Colombia. 

Rodrigo Tovar Pupo

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