viernes, 26 de octubre de 2001

Carta a la Embajadora en Colombia de los Estados Unidos de América Doctora Anne Patterson

Señora
ANNE PATTERSON
EMBAJADORA EN COLOMBIA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Respetada Señora Embajadora:

Queremos, por la presente, hacer algunas precisiones al gobierno y el Pueblo de los Estados Unidos de América respecto a nuestro accionar como organización político militar de resistencia civil antisubversiva.

Reconocemos el derecho de legítima defensa del pueblo Estadounidense ante las amenazas terroristas contra sus intereses en el mundo entero. De igual manera, reconocemos que el problema del narcotráfico trasciende las fronteras nacionales y se ha convertido en un peligro para la humanidad, especialmente por los aspectos relativos a la salud pública, pero no menos importante, por los efectos desestabilizadores que la corrupción del narcotráfico tiene sobre las estructuras democráticas que sustentan las sociedades civilizadas en cualquier latitud a la cuál alcance.

Nuestra Organización, las Autodefensas Unidas de Colombia, nació de la unión de disímiles grupos con intereses igualmente diversos, pero siempre orientados a la legítima defensa de la vida y los bienes de los ciudadanos ante la evidente insuficiencia y falta de voluntad política del Estado colombiano para combatir a los grupos de guerrillas marxistas, quienes con los ingresos derivados del secuestro, la extorsión y el narcotráfico avanzaban con su accionar terrorista, irrefrenables hasta nuestra conformación como su oposición armada.

Rechazamos, no practicamos e impedimos en todo momento, las acciones terroristas o indiscriminadas como método de guerra. Hemos reconocido de manera reiterada nuestra preocupación por las implicaciones de nuestra respuesta armada sobre la situación de Derechos Humanos del Pueblo Colombiano, y en múltiples ocasiones hemos intentado obtener un acuerdo entre los actores del conflicto armado para disminuir los rigores de la guerra sobre sectores de la población que difícilmente se mantienen al margen de la confrontación, pero todos nuestros esfuerzos han sido infructuosos; ni los demás actores armados han reconocido nuestra voluntad, ni las organizaciones humanitarias multilaterales han podido ofrecernos luces alternativas para defendernos de un ataque sistemático y masivo de las guerrillas sin recurrir a los métodos de la guerra irregular moderna. Sobre estos aspectos, estamos seguros de que la acción de legítima defensa que ejecutan las fuerzas de su País en otras latitudes se fundan en idénticas razones y se enfrentan a similares problemas.

Con respecto al narcotráfico, nuestra Organización ha sido clara y realista desde su fundación: aquellos de sus miembros que incurran en dicha conducta delictiva tendrán que responder ante los tribunales colombianos o extranjeros y su actividad personal en ningún momento puede involucrar a la Organización, la cual no participa, de ninguna manera, en dicho negocio. En ese sentido, nuestros estatutos prevén los máximos castigos para quienes intenten utilizar la organización con fines de enriquecimiento personal, así como para quienes intenten ponerla al servicio de intereses particulares. Nuestra posición al respecto ha sido firme y transparente en todo momento, pues conocemos los peligros a los que nos expondríamos, comenzando por la desmoralización de nuestros hombres y la consiguiente derrota militar de nuestros frentes. Como bien podrá recordar, con motivo de la discusión del Plan Colombia, le manifestamos nuestra convicción de que la única solución viable para el narcotráfico es el combate a todas las etapas de su cadena, y reiteramos nuestra opinión de que la única solución para quienes han estado involucrados en el mismo es el sometimiento a los tribunales colombianos o extranjeros, según sea el caso. De igual manera hemos insistido en la necesidad de la erradicación de cultivos ilegales en las zonas en las que le hemos arrebatado el dominio a las guerrillas, pues sabemos que la presencia de tales cultivos las hace objeto de la voluntad de reconquista territorial por parte de aquellas, y plantea inconvenientes para la conducción de la guerra en todos los términos, pues conlleva la presencia de intereses de verdaderas multinacionales del crimen no más sanos que los terroristas a quienes desplazamos.

Como líderes de la Organización de Autodefensas Unidas de Colombia, hemos manifestado en todo momento nuestra disposición para responder, ante los tribunales nacionales o internacionales, por las acusaciones que se nos imputan. De igual manera, hemos estado siempre abiertos a todos los intentos de negociación orientados a la consecución de la paz para nuestra martirizada Patria Colombiana. Estamos seguros de que la razón política y la inteligencia de los líderes de la gran Nación a la que usted representa, comprenderán nuestros esfuerzos y ayudarán al pueblo Colombiano en la búsqueda de caminos para una reconciliación que no excluya sectores ni mancille su dignidad en modo alguno. Contrariamente a las críticas de las guerrillas, creemos firmemente que parte de la grandeza del pueblo Estadounidense es su generosidad y su sentido de bien común e interés general, adentro y afuera de sus fronteras.

Finalmente, le reiteramos que en el marco de nuestros esfuerzos por defender la vida, honra y bienes de todos los ciudadanos, seguimos ofreciendo la más plena garantía por nuestra parte para la inversión de capital extranjero en nuestro país, toda vez que la pobreza y los males que la acompañan son también causa de muchas muertes que sólo la inversión social del capital podrá evitar.

Sinceramente,

Carlos Castaño Gil
Salvatore Mancuso
Rodrigo Molano
Diego Vecino
Pedro Ponte
Ernesto Báez
Jorge Cuarenta
Julián Bolívar
Adolfo Paz
Alfredo Berrio
Ramón Isaza
Botalón
Alejandro Llanos

DIRECCIÓN POLÍTICA Y MILITAR AUC