miércoles, 12 de noviembre de 2008

Carta dirigida a Luis Moreno Ocampo, Fiscal de la Corte Penal Internacional

Washington, D. C., Noviembre de 2008

Señor Don
LUIS MORENO OCAMPO
FISCAL
CORTE PENAL INTERNACIONAL


Suscribe la presente SALVATORE MANCUSO GÓMEZ, identificado con la cédula de ciudadanía número 6.892.624 de la ciudad de Montería. Departamento de Córdoba, Colombia.


Soy un ciudadano colombo-italiano, hijo de un inmigrante italiano y de una mujer campesina, oriunda del Departamento de Córdoba, ubicado en el norte de la República de Colombia. 

Conformé un hogar y me dediqué al trabajo del campo en labores de agricultura y ganadería, con el fin de sacar adelante a mi familia. Realizando este trabajo honesto y, al igual que muchos otros empresarios del campo colombiano, a finales de la década de los ochenta fui víctima de la extorsión y de las presiones de grupos de guerrilla que desde hace varias décadas asolan los campos de mi patria.

A raíz de esta situación, que no pretendo justificar ni excusar, y del total desamparo por parte del Estado para quienes como yo nos dedicábamos a hacer empresa, generando desarrollo para el campo colombiano y que quedamos a merced de la actividad violenta de los grupos guerrilleros, me involucré en el conflicto armado interno colombiano, primero de la mano de las Fuerzas Armadas de Colombia, el ejército colombiano me entrenó, me armó y me ayudó a combatir conjuntamente con él a la guerrilla. Posteriormente a través de una CONVIVIR que me entregó el Estado colombiano continué con mi lucha antisubversiva realizando las tareas bélicas que el Estado no cumplía, bien por pura desidia, bien porque en toda guerra hay trabajo sucio que hacer y lo hacían a través de nosotros.

Finalmente, en ese avance de la guerra, terminé integrándome a grupos privados ilegales de autodefensa hacia mediados de los noventa (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá y Autodefensas Unidas de Colombia –AUC-), con el propósito de seguir enfrentando a la guerrilla, ya no solamente defendiéndonos de esos grupos, sino atacándolos en los territorios en donde hacían presencia histórica en la zona norte de Colombia, de esa manera ayudé a extender la lucha de la autodefensa y a suplir en los territorios en los cuales expulsábamos a la guerrilla, al Estado colombiano que poco a poco dejaba en nuestras manos la ocupación de los territorios que íbamos conquistando.

Llegué a ser el máximo comandante de los bloques Norte en una época y posteriormente, de los bloques Catatumbo y Córdoba de las autodefensas unidas de Colombia, que controlaban los departamentos del Norte de Santander y Córdoba, respectivamente, esta última la tierra que me vio nacer.

Sin embargo, a finales de la década de los noventa y a principios del nuevo milenio y después de largos años combatiendo desde la clandestinidad a los grupos de guerrillas, alejado de mi familia, entendí que era necesario hacer un aporte a la paz del país, aún a costa de grandes sacrificios personales. Se trataba de hacer un aporte para detener la vorágine de guerra y sangre. Es así como inicié conjuntamente con los comandantes Carlos y Vicente Castaño una labor de convencimiento al interior de nuestra organización, sobre la necesidad de negociar con el Gobierno colombiano el desarme de nuestros combatientes; buscamos e implementamos canales de interlocución con los Gobiernos de los doctores ERNESTO SAMPER PIZANO y ANDRES PASTRANA ARANGO hoy expresidentes de Colombia y posteriormente, con el Gobierno del doctor ALVARO URIBE VELEZ.

Desde cuando comencé a desandar los caminos de la guerra, entendí que debía responder por mis acciones ante la sociedad colombiana y, en particular, ante las víctimas de los actos de guerra que cometimos las autodefensas, más aún entendiendo mi posición de comandante. En este contexto las negociaciones realizadas con el Gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez, tuvieron desde un comienzo como premisas la verdad y la reparación a las víctimas; a cambio de ese compromiso de nuestra parte, el Estado nos ofrecía una sanción penal alternativa, más benigna que la ordinaria, atendiendo a los estándares internacionales de justicia transicional y sin que ello significara la adopción de mecanismos jurídicos de “punto final”. Entendimos los negociadores de las autodefensas que el nuevo orden mundial del derecho de la guerra, iniciado sobre las ruinas de la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, con los tribunales ad hoc y consolidado en el Estatuto de Roma que le dio vida a la Corte Penal Internacional, parte de garantizar las expectativas de las víctimas sobre verdad, justicia y reparación, y que a la luz de estos postulados no son de recibo las leyes de “perdón y olvido”. El nuestro es el primer proceso de negociación en Colombia y tal vez en el mundo en que un grupo armado al margen de la ley se somete a la justicia atendiendo a estos parámetros del derecho internacional.

El camino de la negociación del acuerdo de paz con el Gobierno colombiano fue difícil, escabroso, con muchas piedras atravesadas. Sin embargo no claudiqué en mi decisión de retornar a los cauces de la civilidad, no con palabras y manifestaciones vacías, sino con hechos: Me confiné, junto con los demás comandantes, sin armas, bajo la vigilancia de agentes estatales, en la zona establecida por el Gobierno colombiano para los diálogos de paz, en un paraje rural de mi natal Departamento de Córdoba, conocido como “Santa Fe de Ralito” y que se denominó “Zona de Ubicación”. Allí se realizaron las negociaciones con el Gobierno, que llevaron a la expedición, después de un difícil trámite legislativo, de la Ley 975 de 2005, que hoy se conoce como “Ley de Justicia y Paz”, como mecanismo jurídico que permitiera nuestra reincorporación a la sociedad. Sin embargo, antes de la expedición de dicha Ley, en una muestra de mi compromiso con el proceso de paz, que en aquél momento era apenas una expectativa con múltiples escollos, desmovilicé el aparato militar del Bloque Catatumbo que yo comandaba y que ejercía influencia en el Departamento de Norte de Santander, fronterizo con la República Bolivariana de Venezuela. Fueron alrededor de dos mil combatientes los que entregaron sus armas al Alto Comisionado Para la Paz, en el Municipio de Tibú, en los albores del mes de diciembre del año 2004. También antes de la expedición de la ley 975 y como gesto de paz y compromiso real de avanzar en el desmantelamiento de las autodefensas, desmovilicé los combatientes del ejército de autodefensa que lideré en el Departamento de Córdoba, llamado Bloque Córdoba, con otros casi dos mil combatientes que estaban bajo mi mando.

Posteriormente, ya desarmado pero todavía como vocero de paz de las autodefensas, atendí el llamado del señor Presidente de la República, que en el mes de agosto de 2006 nos solicitó a los comandantes desmovilizados de las autodefensas unidas de Colombia recluirnos voluntariamente en un Centro de Reclusión en el Municipio de La Ceja (Antioquia), de donde fui trasladado, en diciembre del mismo año, a una prisión de máxima seguridad en Itagüí al occidente colombiano. Siempre supe y fui consciente que una de las consecuencias de mi voluntad de paz y de desarme es que debo afrontar ante los tribunales y ante la justicia de los hombres el juzgamiento y castigo que se derivan de los hechos que cometí cuando estuve en la guerra que un día decidí librar en contra de las guerrillas de izquierda colombianas y así lo he venido asumiendo.

Una vez promulgada la Ley 975 de 2005, que estableció el trámite administrativo y judicial para la reincorporación a la vida civil de los integrantes de grupos armados al margen de la ley, con los compromisos de verdad, justicia y reparación, fui el primero de los antiguos comandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia que manifestó ante el Gobierno colombiano la decisión de someterse a sus procedimientos. Y una vez iniciado el trámite judicial por parte de la Fiscalía General de la Nación, comparecí a las diligencias de versión libre, con el compromiso de decir toda la verdad sobre mis actividades dentro de esta organización armada ilegal, incluyendo los vínculos que con la misma tuvieron en el pasado miembros de la clase política, empresarios, agentes estatales e integrantes de otros grupos de interés en las regiones en las cuales ejercimos influencia como autodefensas y en las cuales incluso reemplazamos las funciones de seguridad, impositivas y hasta de administración de justicia que habían sido abandonadas por el Estado Central colombiano.

Mis declaraciones ante el Fiscal de la Unidad de Justicia y Paz han servido de base para el inicio de causas criminales contra agentes estatales e integrantes del Parlamento Colombiano, la mayoría de las cuales han terminado en sentencias condenatorias. En una de las primeras audiencias, el día 15 de enero de 2007, presenté ante el Fiscal un documento denominado “Pacto de Ralito”, el cual da cuenta de una reunión realizada en ese paraje rural del Departamento de Córdoba, en la cual se suscribió un compromiso político entre las Autodefensas Unidas de Colombia y varios congresistas, alcaldes y líderes políticos del Departamento de Córdoba. Por estos hechos han sido encausados criminalmente, y algunos de ellos condenados, entre otras personas, Miguel Alfonso de la Espriella; congresista del Departamento de Córdoba (condenado); Eleonora Pineda, Representante a la Cámara del mismo Departamento (condenada); José María López (Gobernador del Departamento de Córdoba); Salvador Arana (Gobernador del Departamento de Sucre); Juan Manuel LópezCabrales, Senador de la República; Reginaldo Montes Álvarez (Senador de la República; William Montes, Senador; Rodrigo Bustos de la Espriella, Senador; Freddy Sánchez y Juan Carlos Ordosgoitia, Representantes a la Cámara por Córdoba.

De igual manera he admitido mi responsabilidad en varios hechos de sangre atribuidos a las autodefensas, algunos de ellos en connivencia con agentes del Estado colombiano. Las diligencias de versión libre avanzaron sin contratiempo hasta el mes de febrero de 2008.

Como es de público conocimiento, el día 13 de mayo del año 2008, junto con otros antiguos comandantes de las autodefensas, fui entregado en extradición al Gobierno de los Estados Unidos, para responder ante una Corte Federal Norteamericana por delitos de narcotráfico. Desde ese día me encuentro recluido en la Prisión Federal de la ciudad de Washington, sitio desde el cual suscribo la presente. Inmediatamente fui confinado en la prisión americana, a través de mis abogados le hice saber a las autoridades colombianas, a las víctimas y al país en general, mi decisión inquebrantable de continuar dentro del Proceso de Justicia y Paz, cumpliendo con los compromisos de verdad y reparación, pese a la tristeza que me produjo mi intempestiva extradición. Desde aquí, a través de mi equipo jurídico, he restituido a sus legítimos dueños, tierras que les fueron arrebatadas por las autodefensas.

Sin embargo las dificultades para reanudar las diligencias de versión libre han sido muchas. No obstante, a través de la gestión de mis abogados se ha conseguido la reanudación de la diligencia de versión libre, por medio de teleconferencia, a partir del próximo 18 de Noviembre.

En mi sitio de reclusión he conocido el interés de su Oficina en el seguimiento del Proceso de Justicia y Paz de Colombia, que ha incluido su presencia, señor Fiscal, en mi país, en la exhumación de restos de víctimas del conflicto sepultados en fosas comunes y en otras actividades tendientes a la salvaguarda de los derechos de las víctimas. Las condiciones en que se reanuda mi versión libre pueden limitar la participación de las víctimas, necesaria para que Colombia termine de conocer mi verdad en relación con mi participación en el conflicto armado y se satisfaga la expectativa de quienes fueron afectados por mis acciones como integrante de los grupos de autodefensa en Colombia. Es por lo expuesto que le solicito respetuosamente, señor Fiscal, que su Oficina haga presencia en estas diligencias judiciales y ejerza una labor de constatación del respeto a las garantías procesales y a los derechos de las víctimas. Estoy seguro que esta presencia dotará al proceso de la confianza y credibilidad hoy socavadas por la percepción que tienen las víctimas, de que nuestra extradición se va a llevar la verdad que ellos anhelan conocer, anhelo que desde mi posición de victimario arrepentido, reivindico como legítima.


Del señor Fiscal, con sentimientos de consideración.

martes, 16 de septiembre de 2008

Carta dirigida a la Directora de Asuntos Internacionales Mary Ellen Warlow del Departamento de Justicia de los Estados Unidos

D.C. JAIL, 16 de septiembre de 2008.

Señora
MARY ELLEN WARLOW
Directora de Asuntos Internacionales
Departamento de Justicia de los Estados Unidos
Washington, D. C.

Respetada señora:

Como es de público conocimiento, fui extraditado a los Estados Unidos el pasado 13 de mayo de 2008 con el fin de enfrentar los cargos que por narcotráfico me sigue la Corte del Distrito de Columbia. De la misma forma, es conocido que me vinculé voluntariamente al proceso de Justicia y Paz que adelanta en mi contra el Fiscal Octavo de Justicia y Paz en mi país, en cumplimiento de los compromisos que adquirí con el Gobierno del Presidente Alvaro Uribe Vélez en desarrollo del proceso de paz que lideré en representación de las AUC.

Siempre he manifestado públicamente mi decisión irrevocable de prestar toda mi colaboración, tanto a los Estados Unidos como a mi país, para esclarecer la verdad de lo sucedido dentro del conflicto del cual hice parte, y reparar a las víctimas del mismo, propósito que he ratificado en comunicaciones que he hecho llegar a las autoridades Colombianas.

Me he enterado que Usted la semana anterior, de acuerdo con lo anunciado por el Ministro del Interior y de Justicia de Colombia a los medios de comunicación, expresó la intención del Gobierno de su país en facilitar la continuación de los procesos judiciales que se siguen en Colombia contra los extraditados en el mes de mayo, para lo cual deberíamos expresar nuestra voluntad de cooperar con las autoridades Colombianas.

Por lo anterior, le ratifico mi intención de seguir dentro del proceso de justicia y paz que se me adelanta en Colombia y mi ánimo de cooperación con las autoridades judiciales de mi país para este propósito, razón por la que le solicito de la manera más respetuosa su colaboración a fin de adoptar las medidas necesarias que permitan cumplir con los requerimientos que la justicia de mi país realice a su Gobierno en este sentido.

Agradezco su valiosa colaboración sobre el particular, la cual sin duda beneficiará a las víctimas del conflicto que vive mi país.

Cordialmente,


SALVATORE MANCUSO GOMEZ
Miembro Representante de las extintas AUC

Reconocido por Gobierno de Colombia

martes, 26 de agosto de 2008

Carta dirigida al Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán Arana

Doctor
MARIO IGUARÁN ARANA
Fiscal General de la Nación
E. S. D.

Ref: Proceso de Justicia y Paz contra Salvatore Mancuso.

Respetado Señor Fiscal General:

En mi condición de apoderado general del señor SALVATORE MANCUSO GOMEZ para el proceso de la Ley 975 que en su contra adelanta la Fiscalía 8 de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, calidad que acredito mediante poder adjunto al presente y que me fuera reconocida en su oportunidad por este despacho, de manera atenta me dirijo a Usted para manifestarle formalmente algunas consideraciones sobre el proceso de paz que mi representado me ha encomendado hacerle saber, por encontrarlas de interés no solamente para el proceso referenciado, sino también para los jueces internacionales, consideraciones que son plenamente compartidas por su equipo de defensa en Colombia y los Estados Unidos.

En primer lugar, es importante recordar brevemente las causas fácticas y procesales que antecedieron a que mi prohijado sea parte hoy del proceso de justicia y paz que se adelanta en su contra. En efecto, como consecuencia de las negociaciones de Paz realizadas entre el Gobierno del Señor Presidente, Doctor ALVARO URIBE VELEZ y las Autodefensas Unidas de Colombia, el señor SALVATORE MANCUSO decidió desmovilizar sus ejércitos el día 10 de diciembre de 2004. Esos ejércitos denominados Bloques Catatumbo y Córdoba, se desmovilizaron con casi cuatro mil combatientes, al mismo tiempo que como gesto de Paz ordenó la entrega al Gobierno Nacional de todo su armamento y materiales bélicos, con los que había enfrentado durante casi una década a los movimientos guerrilleros que existen en Colombia. Lo anterior lo hizo con la intención de empezar a desarticular el conflicto interno que vive nuestro País e iniciar un camino para conseguir la Paz en Colombia, tras seis décadas ininterrumpidas de violencia política y conflicto armado interno.

El proceso de paz contó en la conducción de su interlocución con el Gobierno, de parte de las Autodefensas con la Jefatura del Estado Mayor Negociador a cargo de Salvatore Mancuso Gómez, y estableció como producto de la negociación política tres etapas sustantivas: i) etapa de desarme y desmovilización (ya cumplida y verificada por la OEA); ii) etapa de presentación ante la Justicia (en curso de realización); iii) etapa de reintegración de todos los combatientes al seno de la sociedad con el ejercicio pleno de los derechos humanos, civiles y políticos (actualmente en curso en la medida que se van satisfaciendo los requerimientos de la etapa judicial). Durante el desarrollo de estas etapas, SALVATORE MANCUSO ha sido reconocido por el Gobierno de Colombia en diferentes actos administrativos como Miembro Representante de las extintas AUC, condición que aún ostenta y que, actualmente, dentro de la etapa judicial que se adelanta debe entenderse circunscrita a lo que fue geográficamente su zona de influencia, esto es, como representante de los Bloques Córdoba y Catatumbo, exclusivamente, y no de la otrora organización que su momento hizo parte de las mesas de negociación.

Finalmente y como consecuencia de esa negociación política, SALVATORE MANCUSO decidió someterse voluntariamente a la justicia para asumir las responsabilidades penales que hubieran generado sus actos, en razón de su pertenencia a las Autodefensas y su consecuente participación en el conflicto armado colombiano; para ello, se acogió al marco establecido en la ley 975 de 2005, la cual fue promulgada por el congreso de la república con el apoyo político del gobierno nacional en cumplimiento de los compromisos que había adquirido en nombre del Estado con las Autodefensas Unidas de Colombia durante el transcurso del proceso de Paz que con ellas adelantó. La mencionada ley fue posteriormente revisada por la Honorable Corte Constitucional, declarándose ajustada a la Constitución, a los tratados internacionales suscritos y ratificados por Colombia y a los estándares de justicia transicional establecidos por la jurisprudencia transnacional, la cual actualmente rige el que se ha llamado Proceso de Justicia y Paz en Colombia.

En cumplimiento de la ley 975, que obliga al postulado a confesar plena y verdaderamente todos los hechos punibles que cometió y/o conoció con ocasión de su pertenencia a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el señor MANCUSO ha narrado y contado las verdades sobre su participación en el conflicto como parte de las AUC, y como consecuencia de ello el país y el mundo han conocido de primera fuente estas realidades, que han conducido a las distintas autoridades judiciales a promover múltiples investigaciones, entre las que se destacan la llamada “Parapolítica”, la participación activa o pasiva de agentes del Estado Colombiano en el accionar de las AUC y la financiación de esta organización por parte de importantes sectores de la economía nacional e internacional.

Han pasado más de tres meses desde que se produjo su extradición hacia los Estados Unidos, y desde allí siempre ha manifestado públicamente su indeclinable propósito de seguir adelante en el trámite y continuar vinculado al proceso contenido en la ley 975 de Justicia y Paz, honrando su compromiso con la Paz, con colaboración a las autoridades para esclarecer la VERDAD, proveer lo necesario en aras de REPARAR a las víctimas del conflicto y cumplir con la JUSTICIA de los hombres a la que voluntariamente se sometió. A ese proceso entendemos que se encuentra jurídicamente vinculado desde que así lo aceptaron sus jueces naturales: los fiscales y magistrados de Justicia y Paz, sin que exista pronunciamiento válido de autoridad competente que desvirtúe esa situación jurídica.

He sido portador y he transmitido a los destinatarios su voluntad de seguir colaborando plenamente con la Justicia colombiana y aquella de otros países que lo requiera, entre quienes puedo mencionar: La Sala Penal de la H. Corte Suprema de Justicia, segunda instancia y tribunal de cierre en los procesos especiales de Justicia y Paz; el Fiscal General de la Nación, Doctor Mario Iguarán Arana; el Jefe de Fiscalías para Justicia y Paz, Doctor Luis González León; el Fiscal octavo de esa unidad, Doctor Leonardo Cabana Fonseca; a las víctimas que son parte reconocida en el proceso de Justicia y Paz que se adelanta en contra de SALVATORE MANCUSO y a la ciudadanía colombiana en general a través de los medios de comunicación.

Hoy más que nunca continúa vigente el proceso de paz que celebraron las antiguas AUC con el Gobierno Nacional, dentro de la etapa judicial a que se hizo referencia, proceso que por su trascendencia histórico-política ha captado el interés no solo de la sociedad colombiana sino de la comunidad internacional; y por lo mismo SALVATORE MANCUSO desea reiterar su disposición de colaboración y sometimiento a la justicia, así como hacer un llamado vehemente a las distintas autoridades judiciales intervinientes en su caso, para que pongan en marcha los mecanismos de cooperación e interacción entre ellas, tan anunciados públicamente desde hace ya un tiempo y poco efectivos en la práctica, pero que se han recordado estos días con ocasión de la visita a Colombia del Honorable Fiscal de la Corte Penal Internacional, señor Luis Moreno Ocampo, y del Honorable Juez Baltazar Garzón, quienes han solicitado información y explicaciones sobre los procesos de Justicia y Paz y los que de ellos se han derivado, con el fin de que se determine la efectividad de la justicia colombiana.

A todas las autoridades nacionales e internacionales que lo requieran, al país y a las víctimas, el Señor MANCUSO me ha pedido ratificar una vez más su ánimo irreversible de honrar sus compromisos, los cuales no son para él solamente jurídicos, sino sociales, humanitarios e históricos. Solo después de culminar con éxito cada una de las etapas del proceso de paz -aún vigente- celebrado entre el Gobierno y las antiguas AUC, tras cumplirse con la verdad, reparación y justicia, podrá alcanzarse la reconciliación entre las víctimas y uno de los actores dentro del conflicto, como acción efectiva y necesaria para construir la tan anhelada paz en nuestro país.

Por todo lo anterior, señor Fiscal, en su condición de representante del principal operador judicial en materia investigativa dentro del proceso de justicia y paz en Colombia, mi prohijado me ha pedido solicitarle de manera especial disponer las acciones necesarias de cooperación judicial entre las distintas autoridades que lo requieran, para poder continuar y llevar a buen puerto este proceso, en especial el que se sigue del señor SALVATORE MANCUSO GOMEZ, tal como se ha venido anunciado en los medios de comunicación; e informarle a través del suscrito sobre el resultado de las mismas.

Cordialmente,


HERNANDO BENAVIDES MORALES
T.P.

Anexo: Poder General conferido por el Señor SALVATORE MANCUSO.

martes, 19 de agosto de 2008

Juicio en contra de los Senadores Reginaldo Montes y Juan Manuel López Cabrales.


Señores
HONORABLES MAGISTRADOS
Sala Penal
Corte Suprema de Justicia
E. S. D.

Ref:
Juicio en contra de los Senadores REGINALDO MONTES Y JUAN MANUEL LOPEZ CABRALES.

Respetados Magistrados:

En mi condición de apoderado general del señor SALVATORE MANCUSO GOMEZ, según poder especial que me fuera conferido por el mencionado ciudadano, el cual adjunto al presente, calidad que se me ha reconocido en estas diligencias en diversas oportunidades en las que he actuado en mi carácter de defensor del mencionado testigo; de manera atenta me dirijo ante sus señorías para manifestarles formalmente las siguientes consideraciones que mi representado y su abogado defensor en el proceso penal que en su contra se adelanta en los Estados Unidos de América, el Doctor JOAQUIN PEREZ, me han encomendado dejar saber ante su despacho, por considerarlas de interés no solamente para el proceso referenciado, sino también en resguardo de los intereses procesales del Señor MANCUSO, tanto ante los jueces colombianos como norteamericanos.

Es importante recordar brevemente las causas fácticas y procesales que antecedieron a que mi prohijado sea hoy solicitado como declarante ante la honorable sala penal de la Corte Suprema de Justicia en la causa referida.

Como consecuencia de las negociaciones de Paz realizadas entre el Gobierno del excelentísimo Señor Presidente, Doctor ALVARO URIBE VELEZ y las Autodefensas Unidas de Colombia, el señor SALVATORE MANCUSO decidió desmovilizar sus ejércitos el día 10 de diciembre de 2004. Esos ejércitos denominados Bloques Catatumbo y Córdoba, se desmovilizaron con casi cuatro mil combatientes, al mismo tiempo que como gesto de Paz ordenó la entrega al Gobierno Nacional de todo su armamento y materiales bélicos, con los que había enfrentado durante casi una década a los movimientos guerrilleros que existen en Colombia. Lo anterior lo hizo con la intención de empezar a desarticular el conflicto interno que vive nuestro País e iniciar un camino para conseguir la Paz en Colombia, tras seis décadas ininterrumpidas de violencia política y conflicto armado interno.

El proceso de paz contó en la conducción de su interlocución con el Gobierno, de parte de las Autodefensas, con la Jefatura del Estado Mayor Negociador a cargo de Salvatore Mancuso Gómez, y estableció como producto de la negociación política tres etapas sustantivas: i) etapa de desarme y desmovilización (ya cumplida y verificada por la OEA); ii) etapa de presentación ante la Justicia (en curso de realización); iii) etapa de reintegración de todos los combatientes al seno de la sociedad con el ejercicio pleno de los derechos humanos, civiles y políticos (actualmente en curso en la medida que se van satisfaciendo los requerimientos de la etapa judicial).

Finalmente y como consecuencia de esa negociación política, SALVATORE MANCUSO decidió someterse voluntariamente a la justicia para asumir las responsabilidades penales que hubieran generado sus actos, en razón de su pertenencia a las Autodefensas y su consecuente participación en el conflicto armado colombiano; para ello, se acogió al marco establecido en la ley 975 de 2005, la cual fue promulgada por el Congreso de la República con el apoyo político del gobierno nacional en cumplimiento de los compromisos que había adquirido en nombre del Estado con las Autodefensas Unidas de Colombia durante el transcurso del proceso de Paz que con ellas adelantó. La mencionada ley fue posteriormente revisada por la Honorable Corte Constitucional y actualmente rige el que se ha llamado Proceso de Justicia y Paz en Colombia.

En cumplimiento de la ley 975, que obliga al postulado a confesar plena y verdaderamente todos los hechos punibles que cometió y/o conoció con ocasión de su pertenencia a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el señor MANCUSO narró y confesó su participación en los hechos que hoy son materia del juicio en contra de los Senadores MONTES Y LOPEZ. Cabe recordar que mi defendido vertió el conocimiento que tenía de ellos por primera vez ante su juez natural, el fiscal 8 de la Unidad de Justicia y Paz durante el desarrollo de su ahora truncada diligencia de versión libre.

Su confesión y conocimiento de lo acontecido ha sido por él reiterado en cada uno de los innumerables testimonios que recaudaron diferentes autoridades judiciales y administrativas ante las que compareció mientras estuvo en Colombia y fue interrogado respecto de lo que se ha conocido genéricamente como “Para-política” y en este caso específico “Pacto de Ralito”; quisiera resaltar que en esas diligencias y en tratándose del derecho a la no autoincriminación (pese a no cobijar al postulado en el devenir de la ley de Justicia y Paz) que le asistía al señor MANCUSO al ser llamado como testigo dentro de las investigaciones penales adelantadas en contra de personas sindicadas por sus supuestos vínculos con las Autodefensas Unidas de Colombia, en aras a esclarecer la VERDAD, elemento central y columna vertebral de la existencia de la ley 975 y como muestra de su compromiso con la sociedad colombiana, el señor SALVATORE MANCUSO decidió renunciar al derecho de no auto-incriminarse sin importar cuál fuese el escenario judicial, ni la calidad jurídica de su comparecencia, con el único fin de ceñirse totalmente a la verdad, PORQUE LA VERDAD NO ES SINO UNA y así me ha pedido que se lo transmita a la Honorable Corte.

Como es de público conocimiento, mi defendido está siendo nuevamente requerido en calidad de testigo ante la Honorable Corte Suprema en esta vista pública, al tiempo que comparece personalmente ante la Honorable Corte de Columbia situada en Washington, capital de los Estados Unidos de América, ciudad en la que se encuentra privado de la libertad desde el momento en que se llevó a cabo su extradición, ordenada por mandato del Señor Presidente de la República el pasado 13 de mayo de 2008.

Pese a su nueva situación y a la lejanía física, en repetidas ocasiones el Señor MANCUSO me ha hecho portador (labor que hoy repito) de su indeclinable propósito de informar a ustedes que su deseo es seguir adelante en el trámite y continuar vinculado al proceso contenido en la ley 975 de Justicia y Paz, honrando su compromiso con la Paz, con colaboración a las autoridades para esclarecer la VERDAD, proveer lo necesario en aras de REPARAR a las víctimas del conflicto y cumplir con la JUSTICIA de los hombres a la que voluntariamente se sometió. A ese proceso entendemos que se encuentra jurídicamente vinculado desde que así lo aceptaron sus jueces naturales: los fiscales y magistrados de Justicia y Paz, al igual que esta misma Honorable Sala en cumplimiento de su labor de segunda instancia para la jurisdicción de Justicia y Paz, sin que exista pronunciamiento válido de autoridad competente que desvirtúe esa situación jurídica; razones por las cuales SALVATORE MANCUSO desea reiterar su disposición de colaboración y sometimiento a la justicia colombiana, así como hacer un llamado vehemente para que el Gobierno de Colombia acelere y perfeccione los mecanismos logísticos y de comunicación que hagan posible a la mayor brevedad el adecuado funcionamiento de la cooperación judicial entre las dos naciones, durante esta fase tan delicada del Proceso de Paz, en su etapa judicial, antes que se produzcan los vencimientos de términos en las investigaciones que están curso. Otra cosa es que se lo quiera silenciar y se le violen todas las garantías procesales retirándolo de Justicia y Paz, desconociendo que esta exclusión es competencia solo de las autoridades judiciales.

Como lo anoté, he sido portador y he transmitido a los destinatarios su voluntad de seguir colaborando plenamente con la Justicia colombiana, sea cual sea el requerimiento que le sea hecho por las autoridades competentes, entre otros destinatarios puedo mencionar: Esta Honorable Sala, segunda instancia y tribunal de cierre en los procesos especiales de Justicia y Paz; al Fiscal General de la Nación, Doctor Mario Iguarán Arana; al Jefe de Fiscalías para Justicia y Paz, Doctor Luis González León; al Fiscal octavo de esa unidad, Doctor Leonardo Cabana Fonseca; a las víctimas que son parte reconocida en el proceso de Justicia y Paz que se adelanta en contra de SALVATORE MANCUSO y en general a la ciudadanía colombiana a través de los medios de comunicación.

A todos ellos el Señor MANCUSO ha querido dejar saber su ánimo irreversible de honrar sus compromisos, los cuales no son para él solamente jurídicos, sino sociales, humanitarios e históricos. Esa voluntad se ha plasmado en comunicaciones escritas de su propio puño y letra, cuyos originales reposan en el proceso de Justicia y Paz que adelanta el despacho 8 de la Unidad de Fiscalías de Justicia y Paz.

Hoy me ha pedido que reitere ante esa Honorable Sala que está disponible para cualquier requerimiento de comparecencia que se le haga y conjuntamente con su abogado norteamericano el Dr. JOAQUIN PEREZ, me han solicitado corregir algunas afirmaciones que se han hecho en el transcurso de la audiencia pública de juzgamiento de la referencia, según las cuales, el testimonio de SALVATORE MANCUSO ordenado en este juicio, no se ha practicado porque supuestamente el señor MANCUSO o su defensor no han accedido a la realización del mismo o no han autorizado su práctica según reportes leídos por la Secretaría de la Sala en pasada audiencia adelantada por este despacho, los cuales habrían sido suscritos por algunos funcionarios del departamento de justicia norteamericanos y de la embajada americana en nuestro País.

En este punto, además de responder a esa afirmación oficial que no corresponde con la realidad y también para controvertir alguna información de prensa que ha especulado sobre este tópico, me permito transmitir la voluntad del Señor SALVATORE MANCUSO GOMEZ, según la cual está dispuesto a comparecer personal o virtualmente a cualquier requerimiento de las autoridades colombianas, bien sea en el marco de la Ley de Justicia y Paz o de cualquier otro proceso en el que sea requerido.

Igualmente, me ha solicitado el Doctor JOAQUIN PEREZ, luego de conocer lo afirmado en la mencionada audiencia y de algunas versiones publicadas en algunos medios de comunicación nacional que sugerirían lo contrario, ser su vocero para dejar saber ante la Honorable Corte y ante el País en general, que su posición jurídica y el consejo legal que ha dado a su prohijado, ha sido el de atender cualquier requerimiento o colaboración que las autoridades colombianas pretendan del Señor MANCUSO; respetuosamente me pide sugerir a la Honorable Sala y a las demás autoridades que requieran la comparecencia de su defendido, asegurarse del previo cumplimiento de las exigencias legales y-o el agotamiento de las formalidades y procedimientos previstos en el sistema judicial americano de cooperación judicial, que deben observase antes de la comparecencia de una persona privada de la libertad ante autoridades judiciales extranjeras en momentos en que atiende también un proceso penal ante las cortes norteamericanas y se encuentra privado de la libertad; podría ser que haya existido alguna falla en el agotamiento de esos procedimientos, porque no de otra manera se explica que hasta el día de hoy no haya habido ninguna comunicación oficial que le haya sido puesta de presente ni a él como apoderado, ni al señor MANCUSO, en la cual se les notifique el requerimiento de su testimonio en el proceso de la referencia, diligencia de la cual solamente han tenido noticia a través de lo que se ha dicho en los medios de comunicación; razón por la cual, no es cierto que el abogado o su defendido se hayan rehusado a firmar autorización alguna, simplemente porque NUNCA SE LAS HAN SOLICITADO.

Ratifico, además, que Salvatore Mancuso Gómez me pide expresamente manifieste aquí, de manera contundente, que su determinación de continuar colaborando con la Justicia colombiana permanece incólume y sin mengua; así como se mantiene de manera inconmovible en su afirmación tajante acerca de que absolutamente no ha delinquido desde su desmovilización.

El comportamiento honesto e impecable de Salvatore Mancuso Gómez durante todo el proceso de paz amerita que los órganos de la Justicia persistan en su loable y sacrificado esfuerzo de esclarecer la verdad y asegurar la reparación de las víctimas, ante todas las presiones de diferente origen y naturaleza que pretenden sustraer a mi prohijado de la competencia de la ley 975, de Justicia y Paz. El Gobierno colombiano, empeñado en llevar a buen término el proceso de paz, y comprometido con que aflore la verdad y se conozcan los hechos que violentaron al País durante tantos años, debe centrar sus gestiones políticas y diplomáticas en no dar lugar a que se silencie la verdad, y por el contrario, facilitar con todos los medios a su alcance que el derecho a la verdad y la reparación se materialice, sin permitir que se lesionen tan nobles objetivos nacionales por mezquinos intereses de quienes, escudados en sus influencias y redes de poder en las sombras, buscan por todos los medios que el proceso de paz fracase, que la Ley de Justicia y Paz aborte, y la verdad que subyace al conflicto armado no se conozca nunca.

Es ante esta coyuntura dramática que el embajador de los EU en Colombia, William Brownfield, muy acertadamente manifestó: “¿Queremos colaboración máxima o sanciones máximas?”. Y tiene razón, no tendría sentido pedirle colaboración a cambio de tenerlo casi el resto de su vida en prisión; si lo que realmente quiere el Gobierno colombiano en cabeza del Presidente Álvaro Uribe es no silenciar, y con ello no ocultar la verdad del conflicto armado y, a su vez, no herir de muerte las importantes investigaciones judiciales que se derivan de esas verdades, como en el caso de la parapolítica, de la participación de los militares, los grupos económicos, etc., en hechos graves que hieren a la humanidad dentro del conflicto armado interno, la estrategia gubernamental no puede ser otra que incentivar el conocimiento de las verdades, y demostrar con hechos inobjetables y procedimientos pertinentes y eficaces, que no existe incompatibilidad alguna entre la ley de Justicia y Paz y la extradición, ni entre esta última y la Verdad, Justicia, Reparación, juzgamiento por narcotráfico y crímenes de lesa humanidad que se estaban juzgando en Colombia bajo la Ley 975; pues de lo contrario como que podría especularse acerca de intereses relacionados con el ocultamiento a todos los Colombianos y al mundo entero sobre la verdad ocurrida durante el conflicto armado interno.

Sobre las personas que, como mi prohijado, están colaborando acuciosamente con la dilucidación de la verdad, y lo han hecho sin incurrir en nuevos delitos tras su desmovilización, no solo ha de ser del mayor interés para el Gobierno nacional que permanezcan dentro del ámbito de la Ley de Justicia y Paz, sino que en aras de la cooperación judicial entre ambos países, lo prioritario sea lograr la colaboración plena y positiva de éstos imputados durante el proceso, no solo en los Estados Unidos sino en Colombia. En este sentido, el Gobierno Nacional debería solicitar al Gobierno de los Estados Unidos y su Departamento de Justicia que las penas en su país sean concurrentes con las de Colombia, tal como lo autoriza expresamente el artículo 30 de la Ley de Justicia y Paz que permite pagar las condenas allí impuestas en el exterior; y que no excedan en este caso el mismo límite de tiempo en prisión que el que está establecido en Colombia dentro de la misma Ley. No se puede olvidar que no fueron los mandos medios, ni los combatientes rasos, quienes anudaron los lazos del entramado político-militar-financiero con aquellos personajes poderosos e importantes del País sin cuyas alianzas el propósito de ponerle freno a la expansión de las guerrillas comunistas y expulsarlas de sus zonas de influencia jamás se hubiera podido concretar por parte de las autodefensas.

Finalmente Honorables Magistrados me resta como apoderado general del Señor SALVATORE MANCUSO GOMEZ, reiterarles su voluntad de colaboración y sometimiento al proceso de Justicia y Paz, tal como ha sido su voluntad indeclinable desde que a ella se sometió el 17 de Agosto de 2006.
Atentamente,

HERNANDO BENAVIDES MORALES
T.P.


Anexo: Poder General, copia de manuscrito del Señor SALVATORE MANCUSO.

lunes, 12 de mayo de 2008

"Todas las bananeras de Urabá le pagaron a las AUC', asegura Salvatore Mancuso a CBS

El Tiempo, de Bogotá

Aparte de Chiquita Brands, también habrían pagado Del Monte y Dole, dos de las empresas más reconocidas en el campo de los alimentos, aseguró en el programa 60 minutos de esa cadena.

Agregó que las empresas fruteras que operaban en esa región de la Costa Caribe, incluidas las multinacionales estadounidenses, tenían que entregar un porcentaje de sus exportaciones a la organización creada por los hermanos Fidel y Carlos Castaño.

"Nos parecíamos a un Estado. Los proveíamos de protección, lo que les permitió seguir haciendo inversiones y obtener beneficios financieros", dijo Mancuso a los periodistas.

De acuerdo con su testimonio, no hubo necesidad de ejercer presiones, chantajes o amenazas a las empresas bananeras para que desembolsaran esos porcentajes. "La verdad es que nunca pensamos qué pasaría si no nos pagaban, porque ellos (los representantes de las empresas) lo hicieron con agrado", aseveró Mancuso.

Al preguntarle los reporteros de la CBS si los empresarios tenían la opción de no pagar, Mancuso respondió que sí. "Ellos podían ir a la Policía o al Ejército para buscar protección frente a la amenaza de los guerrilleros, pero las Fuerzas Militares en aquel tiempo eran apenas capaces de protegerse a sí mismas", contestó.

Habló también presidente de Chiquita

La entrevista a Mancuso fue incluida en el documental El precio de los bananos, en el que también habla el presidente de Chiquita Brands, Fernando Aguirre, quien justificó el pago a las autodefensas por la capacidad de intimidación de estas.

Aguirre sostuvo que la empresa fue forzada a pagar 'vacuna' a los guerrilleros cuando estos controlaron el territorio a finales de los años 80. Y a principios de los 90, cuando los paramilitares tomaron el control, exigieron lo mismo.

"Para Chiquita solo había dos opciones -dijo Aguirre al equipo periodístico de la cadena estadounidense-: pagar la protección a los paramilitares de las AUC o correr el riesgo de ver a sus empleados muertos o secuestrados".

martes, 29 de abril de 2008

Denuncian negligencia



El Meridiano de Córdoba, de Montería

Hernando Benavides, abogado del ex jefe paramilitar, Salvatore Mancuso, señaló que por negligencia del Fondo de Reparación a las Víctimas no se han entregado los bienes a sus destinatarios. "Es más negligencia de quienes están actuando en nombre del Estado que de parte nuestra, porque el señor Salvatore Mancuso entregó las propiedades", explicó Benavides. El jurista manifestó que el ex jefe de las Autodefensas ha entregado 28 fincas avaluadas en 50 mil millones de pesos y hasta el momento no se ha hecho nada para adjudicarlas a las víctimas. "El Fondo alude dificultades de orden jurídico, pero son ellos los que tienen las herramientas para sanear esos problemas", afirmó Benavides quien indicó que existen "problemas de orden físico porque algunos bienes están arrendados". El apoderado de Mancuso afirmó que aún no han recibido una respuesta donde se explique la demora en la entrega de los bienes y donde se justifique por qué no se han aplicado las medidas cautelares a dichos predios.

martes, 8 de abril de 2008

‘Enemigos del proceso hicieron montaje en Itaguí’: Mancuso

Por Fabio Medina y Jota Ochoa /TERRA COLOMBIA
El ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso como representante que fue de uno de los actores del conflicto, analiza el gobierno del Presidente Álvaro Uribe y las acusaciones sobre sus presuntas cercanías con los paramilitares. En esta tercera entrega de la entrevista que concedió en exclusiva a Terra Colombia califica el operativo en la cárcel de Itaguí donde se encontraron armas como un “vil montaje” y responde si alguna vez mató a alguien con su propia mano.

Hoy, a la distancia del proceso, ¿qué piensa del Gobierno de Álvaro Uribe?

Es un Gobierno muy bien intencionado en cuanto a fortalecer las instituciones, fortalecer la democracia, en buscarle solución a los problemas y los conflictos, pero el problema es que sin el apoyo de los otros partidos políticos, del legislativo, del judicial, de los que participamos dentro de estos movimientos violentos, el Gobierno no va a ser capaz de solucionar todas estas causas que dieron origen al conflicto, estos fenómenos violentos, todas estas situaciones de infiltraciones. No va a ser capaz, por mejor intención y muy buena voluntad que tenga.

Pero, ¿más apoyo que el que ya tiene en el Congreso, la concentración del poder producto de la reelección y su altísima popularidad?

El apoyo que tiene el presidente es de la población, el 84 por ciento, las otras bancadas políticas lo apoyan en la toma de decisiones o lo atacan, y lo utilizan como caballo de batalla en el proceso de negociación con las Autodefensas o con la guerrilla o el Intercambio Humanitario. ¿Lo utilizan para atacarlo o para colaborarle? Para atacarlo. 

Los congresistas no están representando realmente los intereses de la población que dicen representar. No hay coherencia entre el 84 por ciento de la población que apoya al presidente Uribe y lo que sucede en las bancadas de los diferentes partidos políticos con el apoyo de Uribe, que debería representarse en el mismo 84 por ciento. 

Debería, entonces tener el poder de un emperador…

No, no es un emperador ni un autoritario, aquí debemos tener a alguien que cree consenso, porque el presidente Uribe tiene el apoyo de la población y tuvo nuestra determinación. 

Las Autodefensas confiamos en la visión de Gobierno de él, de lo contrario no nos hubiéramos desmovilizado. Y seguimos creyendo en él, pero repito, él necesita que lo acompañen quienes toman las decisiones de poder en este país. 

Hay que buscar consensos y alianzas entre los partidos políticos, entre quienes toman el poder, entre el poder judicial. Mire el choque de trenes que hay entre las Cortes y el Ejecutivo, de esta forma no se pueden hacer políticas que legislen hacia la construcción de la paz. 

El señor presidente Uribe diariamente hace encuestas y toma determinaciones con base a lo que quiere la población. ¿Por qué Uribe tiene un 84 por ciento de popularidad? Porque está haciendo lo que la población quiere que haga. Y si está haciendo lo que la población quiere que haga ¿por qué no tiene el apoyo de los otros partidos políticos? 

¿Usted ve prudente la reelección?

Yo el tema de la reelección no lo he analizado en profundidad. Lo que puedo decir es que el de Uribe ha sido un buen Gobierno. A pesar de que ha tenido muy buenas intenciones, muchas de ellas no se han podido concretar con hechos reales.

¿Por ejemplo la Seguridad Democrática?

No hay que generalizar. En algunas regiones sí, porque en otras ha mejorado ostensiblemente. Eso hay que reconocerlo en honor a la verdad. 

Sectores aseguran que este es un Gobierno paramilitar ¿realmente fue tan fuerte la presencia de las Autodefensas en el Estado? 

La presencia paramilitar fue fuerte y es lo único que se está conociendo en este momento porque ha salido a la luz pública, a través de las versiones libres, los documentos que yo revelé del pacto de Ralito y otras situaciones que se presentaron. 

Ha habido participación de Autodefensas y de guerrilla, el problema es que lo único que ha salido a flote, hasta el momento, han sido las vinculaciones de las autodefensas con el poder, esperemos que salgan las de la guerrilla y se darán cuenta que son mucho más grandes. 

Seguramente, pero estamos en el Gobierno de Uribe. ¿Él ha pasado al margen de todo el fenómeno paramilitar?

Por qué cuestionan al presidente Uribe, porque en su gobierno se inició el proceso con las Autodefensas. 

No, se le cuestiona también porque cuando era Gobernador de Antioquia autorizó las Convivir… 

El presidente Uribe no tiene nada que ver en este tema, cuando implementa la creación de unas Convivir -en mi visión particular-, las implementa ante la imposibilidad que tienen las fuerzas militares de defender a todas estas personas que están suplicando que las protejan. 

Pero antes de ser un gobernante, Uribe fue un gran hacendado, ganadero y además sufrió la violencia guerrillera en su familia. ¿Cómo pudo estar alejado de este fenómeno?

Eso le permite tener una mayor autoridad, conocimiento, para tomar determinaciones que le permitan al Gobierno brindarle las condiciones necesarias a la población, nadie más que aquél que ha padecido las consecuencias del conflicto, sabe lo que significa y busca que esas situaciones no se vuelvan a presentar. 

Uribe que vivió en carne propia el asesinato de su padre, que fue un hacendado y sufrió el ataque de la guerrilla, que tuvo que irle a pedir protección al Estado y que no le dieron protección a sus vecinos ni a él mismo, tenía que promulgar por una alternativa diferente. 

Hay un papel muy grande de los gremios en el proceso de consolidación del paramilitarismo. Usted ya afirmó que todos los palmeros tuvieron que ver con los paramilitares, también algunos ganaderos, etc. ¿Cuántas personas faltan?

Voy a contestar de una forma muy simple. Exceptuando Córdoba, que fue el tema que yo manejé, donde no se cobró impuesto, en el Bloque Norte todo aquél que tuviera una finca de más de 100 hectáreas tenía que tributarle a las Autodefensas. Vaya al Agustín Codazzi, pida una lista de las fincas de más de 100 hectáreas y a todas esas personas les tocó tributar al grupo, lo mismo que todas las empresas que tenían suficiente capital, les tocaba tributar. Postobón tributaba, en el computador de Jorge 40 aparecía tributando 10 millones por cada uno de los departamentos de la costa, y eran 6 departamentos. 

Una cosa es que tributen, pero otra muy distinta es que les hayan pedido protección o apoyo

La gente no tenía opción diferente, cuando tú eres el estamento de poder en una región, donde no hay Estado, donde el estado que existe es el guerrillero, y entra alguien y le dice: “Yo voy combatir la guerrilla, se la voy a sacar de ahí para que usted pueda invertir”, pero a cambio le toca tributarnos a nosotros. La gente lo hace, así de sencillo. 

Señor Mancuso, cuando ustedes reúnen a los políticos para firmar el famoso Pacto de Ralito con el propósito de ‘refundar la patria’, ¿cuál era el modelo de Estado que pretendían instaurar: de izquierda, derecha o centro? 

Lo pueden calificar de derecha, de centro o de izquierda si para nosotros era que el Estado cumpliera con su función, dándole solución a los problemas de las poblaciones, participación a las comunidades dentro de la toma de decisiones, brindarles seguridad y solución a los problemas de salud, educación, económicos. Lo pueden calificar de derecha, de centro, de izquierda, de lo que quieran. 

¿No había un sentido ideológico?

Sí era ideológico en el tema que queríamos que se cumpliera con la constitución del 91, con ciertas falencias que tiene la constitución, pero que no riñe con el pensamiento que teníamos de Estado nación. 

¿Siguen esas intenciones claras?

Siguen nuestras intenciones claras, de hecho por eso privilegiamos la opción política sobre la opción militar e ingresamos en un proceso de negociación. Por eso me desmovilicé sin ley, como un acto de fe, como un acto de buena voluntad. Sigue nuestro deseo de representar los intereses de aquellos que depositaron sobre nuestros hombros la responsabilidad de seguirlos defendiendo dentro de la democracia, con participación política, desde que se nos abra y se nos dé. 

Pero podemos decir que la retaguardia de ustedes no fue militar pero sí política: un peso en el congreso con el que estaban negociando

Claro, pero estas personas jamás han querido que aquellos que participamos dentro del conflicto tengamos una posibilidad de acceder al poder político, porque ese poder político que íbamos a tener nosotros se los quitábamos a ellos, entonces peligraba su curul. 

¿Cuántos políticos faltan por ser implicados?

No sé porque cada comandante era autónomo en su región y cada uno como actor de poder dentro de la zona tenía relación con quienes ostentaban el poder político y económico en las áreas. 

Decirte cuántos faltan es hacer futurismo. Yo no puedo hacer futurismo, porque no tengo el don de visionar lo que va a suceder. Lo que sí puedo decir es que falta mucha gente porque falta el proceso de la guerrilla y falta terminar el proceso de las Autodefensas. 

¿No había entonces un comando unificado de las Autodefensas?

Voy sacarlos del otro mito. Las Autodefensas Unidas de Colombia se crean para avanzar en un proceso de negociación política con el Gobierno que estuviese en ese momento. Fue una estrategia política de Autodefensas. Pero eso en la práctica no funcionaba, cada comandante era autónomo y responsable por las áreas de manejo que tenía. 

Las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá que estaban bajo el mando del Comandante Castaño tenían varios bloques, entre ellos el Bloque Norte del cual yo era comandante y mis hombres y yo teníamos que rendirle subordinación a los comandantes Castaño. Pero los otros bloques, como el del Magdalena medio, jamás tuvieron subordinación al comandante Castaño. Luego sí tuvimos que unificar criterios, conceptos y visiones en cuanto a la negociación y fue cuando se creó el primer Estado Mayor para el proceso político que tenía que ver únicamente con determinaciones políticas, del cual yo fui el comandante en Jefe. 

¿Hay una estructura de mando dentro de las Autodefensas desmovilizadas?

No, particularmente de lo que yo manejé y de otros tipos de comandantes doy fe que no dejaron ningún tipo de estructuras armadas afuera. 

De hecho ‘Jorge 40’ que fue el último de los hombres que se desmovilizó, me decía: “Yo no me quiero desmovilizar, tengo miedo que el Estado no cumpla; está incumpliendo los acuerdos, no ha asumido el control de los corredores estratégicos de seguridad de la guerrilla y están retomando los territorios. Mira cómo están los territorios que tú desmovilizaste, ya hay bandas delincuenciales, desmovilizados que se están rearmando y en alianza con bandas delincuenciales asumiendo el control del narcotráfico. Yo no puedo desmovilizarme en esas condiciones Salvatore -me decía-. Yo necesito quedarme afuera para que el Estado cumpla y poder hacer presión”. 

Si yo hubiese tenido esa pretensión, le hubiera dicho a ‘Jorge 40’: ‘Bueno Jorge, quédate por fuera’. Pero por el contrario fui el más incisivo, le decía ‘Jorge, desmovilízate por favor, tú no puedes quedar por fuera y ser el lunar del Bloque Norte, a nosotros luego nos van a cuestionar por esa situación’. 

Pero, de hecho, Jorge tenía toda la razón, el Estado no han cumplido en muchísimas situaciones. 

Pasemos a otro tema. ¿Qué fue lo que realmente pasó acá en la cárcel de Itagüí, en donde se encontraron dinero y una granada de desfragmentación? 

Ustedes escucharon al señor Fiscal General de la Nación diciendo que esto fue un montaje. Desafortunadamente el proceso de paz tiene muchos enemigos, hay gente que no quiere que contemos las verdades, quiere que perdamos los beneficios y nos extraditen. Hay quienes quieren que nos manden a patios comunes en diferentes cárceles para que asesinen a quienes pertenecen a Justicia y Paz. Este proceso tiene muchos enemigos. 

Cómo fue la situación, llegó el GRI (Grupo de Reacción Inmediata del Inpec) en la mañana, casi a las 9:00 de la mañana. Desde las 7:00 a.m. en el patio continuo al nuestro, que no es de Autodefensas sino de delincuencia común, sabían que venía ese operativo de Bogotá, mientras que nosotros no teníamos conocimiento. En nuestro patio (el 1), había 8 internos de ese patio; había otro anexo de guerrilla; el acceso a ‘La Guyana’, que es una zona aledaña a nuestro patio y fue donde encontraron las armas, es por ese anexo de la guerrilla, y precisamente por la celda, donde está un comandante guerrillero.

El libro, que debe pesar mucho con una pistola, una granada y unos proveedores llenos de munición adentro, debe impactar el suelo y debe dejar marcas en el suelo, además debe tener magulladuras cuando golpea. Nunca se ve una sola marca en el libro, no se ve la marca del impacto, los libros quedan simétricamente puestos, no hay huellas digitales sobre ellos, las cámaras dejaron de funcionar… un montaje. La anotación de que la cámara dejó de funcionar la hacen a las 2:00 p.m. y habían dejado de funcionar desde las 8:30, 8:50 de la mañana. 

Evidencia de la deficiente ‘Alta Seguridad’…

Así es, nosotros le habíamos pedido al Gobierno que nos tuviera en cárceles creadas para los miembros de Autodefensa, sin estar mezclados con ningún otro tipo de presos. Se creó la de Urrá precisamente con ese propósito y así se iban a crear otras cárceles en todo el país, pero luego por una determinación de ellos nos trajeron hasta acá. 

¿Quiénes, además de miembros del Inpec se prestaron para este montaje, según usted?
Acá hay muchísimos intereses detrás para que no se sepan las verdades, cualquiera de esos intereses puede estar vinculado dentro de ese vil montaje que se hizo contra nosotros y el proceso. 

No podría decirles con exactitud, pero es bien diciente que vengan una operación y el patio del lado ya esté enterado de una operación que supuestamente es secreta. Es diciente que ingresen al patio nuestro y no los requisen, que algunos de ellos ingresaron con pistolas en las perneras estando prohibido, que no encuentran huellas en nada y que las cámaras dejan de funcionar…

¿Ustedes vieron el libro?

No. A nosotros nunca nos lo mostraron. 

¿Cómo ha sido la relación con las otras personas con las que ha estado recluido? Hay una versión de ‘Diego Rivera’ que mencionó que usted tuvo una pelea interna con Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’ ¿Cuál es su versión?

Pueden solicitar una certificación al Inpec de mi conducta mientras he estado recluido, de si alguna vez yo he discutido con alguien, he infringido el código de reglamento interno del Inpec o he peleado con alguien. Se darán cuenta que mi actuación ha sido impecable. Jamás he estado (dentro del penal) en ningún tipo de actividad ilícita por disciplina o sancionado. Jamás. Ya yo la pedí. 

Algunos medios de comunicación no siempre dicen las verdades y en este caso por ejemplo que me dicen que me fui a golpes con Carlos Mario no ha sido cierto. 

¿Usted ha dicho que está negociando con Estados Unidos? ¿Por qué negociar con ese país? 

Cuando tú avanzas dentro de un proceso de negociación donde se hacen unas leyes que promulgan solucionar unos problemas y no son resueltos, cuando tú le pides al Gobierno que te ayude a solucionar estos problemas con los diferentes gobiernos y éste no le busca solución, ni el Congreso, entonces unilateralmente tú estás en la obligación de buscarle solución. 

La ley que se creó tiene falencias que no solucionan nuestros problemas derivados de nuestra pertenencia al grupo armado.

Alguna gente dice que esas falencias serían la de justificar la impunidad para ustedes que cometieron crímenes.

No hay impunidad, porque yo estoy asumiendo la responsabilidad ante la justicia colombiana. De hecho yo le mandé una carta al gobierno de Estados Unidos en el 2002 (antes de iniciar negociaciones con el Gobierno del presidente Uribe) y le dije: “Yo respeto la decisión que ha tomado su Gobierno y quiero decirles que yo estoy avanzando en un proceso de tratar de unificar las Autodefensas para que avancemos en un proceso de negociación”. Lo cumplí. 

Les dije también que no me negaba a llegar ante su justicia, pero primero quería llegar ante la justicia colombiana. Lo cumplí y lo estoy cumpliendo. 

Pero te dejan a ti en la disyuntiva: tener que pagar en Colombia 5 u 8 años en la cárcel, luego salir de acá extraditado y pagar otro tanto de años en Estados Unidos y luego salir de ahí extraditado a otro país que te esté pidiendo. ¿Vas a pasar el resto de la vida en la cárcel? ¿Ese es el proceso de paz y reconciliación al que nos llaman? ¿Ese es el proceso de paz y reconciliación al que llaman a las Farc y al Eln? 


¿Esa negociación con Estados Unidos está en qué términos? Cuando uno negocia uno da algo y le dan algo…

No estamos en una negociación, sino en una exploración, en unos acercamientos. Estamos mirando como solucionamos este problema que no solucionó la ley, ni el Gobierno, ni el Congreso, ni las Cortes. 

¿Qué ha visto usted dentro de esa exploración previa?

La ley de Justicia y Paz es muy clara, dice que usted puede pagar en otro país la condena que se le imponga en Colombia. 

No tenemos la seguridad de salir de las cárceles en Colombia porque a nosotros se nos está aplicando responsabilidad por cadena de mando, asumiendo responsabilidad por cabeza de quienes eran mis comandantes, pero como algunos de ellos están muertos, no puedo reconstruir la verdad histórica. 

Por ejemplo, se presenta una persona y dice “a mi padre lo asesinó el comandante ‘Omega’ –al que mataron en Medellín después de estar desmovilizado-, y el comandante Mancuso lo reconoció dentro de la estructura militar de él, pero en su versión libre no reconoció esa muerte” 

¿Qué sucede? Cuando salga de aquí después de 5 u 8 años de pena alternativa, esa persona se presenta y dice “mataron a mi padre y no lo reconocieron”, entonces inician un nuevo proceso penal contra Mancuso, ya no dentro de Justicia y Paz, sino que me vuelven a encarcelar con un nuevo proceso. Entonces me van a tener el resto de la vida preso a mí y a todos los comandantes de guerrilla que vengan a negociar o a todos los otros que están por fuera. 

No hemos podido reconstruir la verdad porque nos lo han impedido porque la herramienta que necesitamos para reunirnos con nuestra gente no nos la han otorgado. Yo tengo año y medio de estar solicitando que se me recluya con mi gente, con mis subalternos para reconstruir la verdad histórica y no ha sido posible. 

¿Usted abandonaría el proceso? 

No, yo cuando me desmovilicé lo hice como una condición de vida, como un modelo de vida. Avanzar en reconstruir aquello de lo que me arrancó del seno de mi hogar, por la ineficiencia o irresponsabilidad del Estado. 

¿Qué va a hacer cuando salga?

Aspiro seguir representando los intereses de la población que un día confío en nosotros, volver al seno de mi familia y encontrar espacio en sus corazones para rehacer todo el tiempo aquel que dejé suspendido en el tiempo. Retomar aquellas aspiraciones que tenía de desarrollo social y económico que tiene uno cuando está joven. 

¿Hacer política?

Yo nunca tuve aspiraciones de hacer política realmente. Ahora, tengo un compromiso con estas poblaciones. A mí no me gusta la política, se lo confieso, pero esas poblaciones depositaron en mí su confianza, esa responsabilidad que me dieron para que los siguiera representando y me lo siguen pidiendo reiterativamente. 

A mi página diariamente escriben, me mandan mensajes, me dicen: “estamos esperando que salga”, “queremos que usted asuma la responsabilidad por la defensa de nuestros intereses y la solución de unos problemas que tenemos”, “queremos verlos dentro del espectro político nacional”. Entonces básicamente en estas circunstancias tú no haces lo que quieres sino lo que te piden. 

¿Qué está haciendo en este momento de reclusión?

Estoy en la construcción de unos libros de la historia del conflicto, de la visión política que tengo de lo que sucedió dentro de él y de las responsabilidades que tenemos del mismo, de la solución de los problemas que existen para solucionar esta hecatombe que vive el país. 

¿Cómo ha sido la situación con su esposa y sus hijos en todo este proceso? 

Yo me volví a casar en diciembre del 2005. Ha sido muy complicado el tema con la familia, primero porque mi salida del conflicto y haber reconocido todos los hechos en los que participé produjo una exclusión de ellos del círculo de amigos y donde vivían; han señalado a los niños “tu padre es un asesino”, porque no se ha contextualizado el momento histórico que vivíamos, en la medida en que no se nos den los espacios públicos, políticos. Jamás se nos permite nuestra participación en foros. 

El dolo no trasciende, nuestras familias no son los responsables de mis actuaciones, no tienen por qué asumir las responsabilidades de lo que yo hice. He tenido que soportar con muchísimo dolor que a mis hijos y a mi familia le esté sucediendo toda esta serie de situaciones de estigmatizaciones, de exclusiones, amenazas e incluso atentados. Atentaron contra mi hijo menor de once años, del primer matrimonio. 

¿Alguna vez usted mató a alguien de su propia mano o siempre mandó a alguien a que lo hiciera?

Yo estuve en combate varias veces dentro de las tropas de Autodefensas. Dentro del combate pues son enemigos. La guerrilla te disparan y tu respondes y te defiendes, donde hay bajas de lado y lado y pues hubo bajas de la guerrilla. 

¿Sólo en combate?

Así es. 


(Final de la entera entrevista)