domingo, 28 de octubre de 2007

Entrevista de Associated Press (AP) a Salvatore Mancuso

www.univision.com

ITAGUI, Colombia (AP) - Salvatore Mancuso ha revelado más nombres de congresistas, generales y bananeras estadounidenses que cualquier otro caudillo paramilitar, que supuestamente se beneficiaron del sanguinario ascenso de las milicias de extrema derecha.

Eso lo ha puesto en aprietos. ¿Qué tanto puede el que llegó a ser el más importante comandante de esos ejércitos privados delatar a los que eran sus aliados sin hacerse asesinar por ello?
Muchos de aquellos, después de todo, son allegados al presidente Alvaro Uribe, por quien Mancuso dice que sus fuerzas ordenaron votar a la gente en las áreas que controlaban en las elecciones presidenciales del 2002.

"He caminado todo el tiempo al filo de la navaja", dijo Mancuso en una entrevista con The Associated Press desde la cárcel en Itagüí, un suburbio de Medellín.

Dijo que intenta persuadir a reticentes subalternos de la extinta confederación paramilitar de Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que desmovilizó a 30.000 hombres bajo un pacto de paz del 2003, a confesar asesinatos e identificar fosas comunes. Estados Unidos catalogó en el 2001 a las AUC como una organización terrorista.

El testimonio de Mancuso, dicen fiscales, ha ayudado las investigaciones que mandaron a prisión a 13 aliados de Uribe en el Congreso, bajo cargos de conspiración por aliarse con las AUC en el creciente escándalo de la "parapolítica".

Recientemente un tío segundo y antiguo aliado político del presidente, Mario Uribe, renunció a su curul del Senado después de que la Corte Suprema de Justicia ordenó investigarlo por el escándalo, basado en parte en el testimonio de Mancuso.

Mancuso, descendiente de italianos y vinculado por autoridades de ese país con la drangheta, como se llama a la poderosa mafia calabresa, podría fácilmente incriminar a más prominentes colombianos, pero anda con precaución extrema, por una cuestión de supervivencia.

El vacío de poder por la desmovilización paramilitar ha desatado una guerra abierta entre remanentes de esas milicias y ejércitos de narcotraficantes que ha cegado decenas de vidas.

Mancuso no se preocupa sólo de sí mismo _encarcelado junto a medio centenar de la cúpula de paramilitares dentro del ala de máxima seguridad de la prisión de Itagüí_, sino también de su familia.
El año pasado dijo que dos hombres intentaron matar a su hijo de 11 años _tiene cuatro hijos de dos matrimonios_, pero que escapó ileso porque el ataque fue repelido por los guardaespaldas del niño.
Mancuso, hijo de 43 años de un italiano inmigrado de Salerno, Campania, quien poseía distribuidoras de vehículos y maquinaria agrícola, se entregó en diciembre del 2004.

La élite empresarial y política que respaldó su movimiento, que brutalmente contuvo las extorsiones y secuestros de la guerilla en vastas regiones que largamente fueron descuidadas por el gobierno, ahora reniegan haberlo hecho por temor a terminar compartiendo la prisión con Mancuso, aseguró.

Aspiraba a una curul del senado, pero bajo la ley de Justicia y Paz que reglamentó su desmovilización, no puede postularse a cargos públicos. Eso no le impidió crear una página web con algunos anuncios y recientemente se unió a la comunidad social en red de Facebook.

Como los otros caudillos paramilitares, Mancuso tiene celular, computadora con internet, cocinero privado compartido y visitas extendidas en su celda.

Bajo el acuerdo de paz, los jefes paramilitares pagarán hasta ocho años de prisión si confiesan todos sus crímenes, cesan sus actividades ilegales y reparan el daño ocasionado a sus víctimas.
Aun así, su cooperación con la justicia ha sido lenta.

Uno de los compañeros de Mancuso, Carlos Jiménez, fue transferido el mes pasado a una fragata de la Armada, acusado de seguir traficando cocaína a los Estados Unidos, y se anticipa que será extraditado allá para enjuiciarlo.

Los hombres de Mancuso produjeron 230 toneladas de cocaína de 1997 al 2004, dijo, con un 70% de los ingresos de los paramilitares dependiente del narcotráfico.

El resto de sus finanzas provenía de "impuestos " pagados por hacendados, tenderos, transportistas, embotelladoras de bebidas y casi todos los comerciantes, dijo Mancuso.

Eso abarcaba a los exportadores de bananas colombianas, agregó, que les pagaban tres centavos de dólar por cada caja embarcada. Chiquita Brands International Inc. admitió pagos regulares a la AUC y se sometió a una multa de 25 millones de dólares fijada por el Departamento de Justicia estadounidense. Otras bananeras estadounidenses niegan haber hecho pagos.

El gobierno de Uribe ha congelado la extradición a Estados Unidos de Mancuso, pedida en el 2002 por una acusación de tráfico de drogas. Mientras cumpla con las condiciones del acuerdo de paz también evitaría la sentencia de 40 años de prisión en Colombia por haber supervisado una matanza de 15 campesinos asesinados a lo largo de tres días en 1997, que Mancuso consideró "una operación militar ".

Mancuso afirmó a la AP que ordenó más de 300 muertes mientras los paramilitares establecieron mini-estados soberanos desde fines de los años 90, mayormente a lo largo de la costa caribeña, de la que es nativo.

Sus tropas condujeron a cientos más a la muerte. Un ex subordinado, Jorge Iván Laverde, se atribuyó el mes pasado unos 2.000 homicidios, lo que haría languidecer las estimaciones del gobierno de 10.000 muertos en todo el país.

Mancuso insiste en que casi todos los muertos bajo sus órdenes eran o guerrilleros o colaboradores de la guerrilla, algo que refutan grupos de derechos humanos, el gobierno de Estados Unidos y las Naciones Unidas.

Sentado sin calcetines con mocasines informales, una camisa a rayas amarillas y pantalones flojos color verde olivo durante la entrevista, Mancuso consideró los testimonios de víctimas de atrocidades como mentiras difundidas por simpatizantes de la guerrilla.

"Yo nunca di la orden a mis combatientes: entierren a la gente, desaparezcan a la gente. Si a la gente se va a dar de baja (matar), hay un motivo para darle de baja... nunca dije que torturaran", sostuvo.
Sus ojos se humedecen cuando responde positivamente a si personalmente mató gente, pero dijo que lo hizo en combate. "Me sigue doliendo en el alma", expresó.

Respecto al presidente Uribe, quien niega haberse reunido con paramilitares o buscado su apoyo, Mancuso dijo que nunca lo vio cuando era paramilitar.

Cuando manifestó su interés de sacar a todos los rebeldes del campo, Mancuso dijo que "no tengo conocimiento de si él (Uribe) sabía o no sabía que nosotros lo estabamos apoyando".

Fue inequívoco, eso sí, en que las fuerzas armadas colombianas siempre ayudaron a las AUC _un asunto delicado en el congreso de Estados Unidos, en donde los demócratas buscan reducir los más de 600 millones de dólares de ayuda militar destinada anualmente a Colombia_.

Dijo que soldados colombianos lo entrenaron a él personalmente, mientras que oficiales les proveían a las unidades paramilitares informes y frecuentemente montaban operaciones juntos contra la guerrilla.
"El proceso de colaboración de las fuerzas militares, en todas las áreas donde nosotros fuimos un estado regional, se dio", afirmó.

Así se explica que "hayamos podido mover helicópteros del oriente al occidente por toda la costa norte de Colombia sin tener problemas", manifestó.

Sobre sus bienes, Mancuso dijo que no tiene dinero en los bancos ni oculto. Ha entregado más de 25 millones de dólares en propiedades pero dice que no puede costear el resarcimiento de sus víctimas.
Pero le es posible pagar un abogado en Estados Unidos para contactar a las autoridades judiciales allá, dijo.

Cuestionado sobre si eso significa que prefiere declararse culpable y reducir un eventual termino de prisión en Estados Unidos para cuando, en incertidumbre, salga de la cárcel en Colombia, ríe nervioso.


"No me haga responder eso".

sábado, 20 de octubre de 2007

Ex AUC: fase judicial del Proceso de Paz - Secuelas Nacionales e Internacionales

Ante la versión periodística transmitida en la emisión de las 7 pm del noticiero RCN del pasado 10 de octubre, en la cual se hace referencia a gestiones de tipo legal realizadas ante la Justicia de los EEUU por miembros representantes de las AUC, paralelas con el proceso de paz que se adelanta con el Gobierno nacional, es preciso aclarar a la Opinión pública lo siguiente: 

En ningún momento he considerado renunciar al procedimiento establecido en la Ley de Justicia y Paz, por el contrario, en desarrollo de mi compromiso y determinación con la paz y reconciliación de nuestro país me acogí voluntariamente a él y es mi propósito responder ante la justicia, no solo la nacional sino cualquier otra que me esté requiriendo con ocasión de mi pertenencia a las antiguas AUC, pues solamente de esta manera podré reincorporarme plenamente a la vida civil. 

En añadidura de lo anterior considero necesario manifestar lo siguiente: 

1. No existe al día de hoy ninguna garantía constitucional ni manifestación pública del Estado colombiano, en cabeza del Presidente de la República, donde se otorgue algún principio de solución ni mucho menos solución jurídica definitiva a los problemas judiciales subsistentes con terceros países derivados de mi pertenencia a las AUC en el marco del conflicto armado. 

2. La Ley de Justicia y Paz constituye la adecuación del régimen legal colombiano a los estándares internacionales vigentes. Lejos está de mi voluntad y determinación renunciar a ser cobijado por tal instrumento legal promovido por el Poder Ejecutivo, sancionado por el Congreso de la República y avalado por la Corte Constitucional de manera que Colombia honra así sus compromisos con la Comunidad internacional, compromisos que, como ciudadano colombiano, también me obligan. 

3. La desidia y el desinterés evidenciados por el Gobierno nacional, en todo lo relacionado con promover los acercamientos de rigor entre terceros países y los miembros representantes de las AUC, determina que debamos ser cada uno de nosotros por nuestra cuenta quienes tomemos la iniciativa a través de nuestros abogados, de actuar de manera responsable y consecuente también con la Justicia de otros países, sin que ello para nada signifique renunciar a nuestro derecho, voluntariamente asumido y sostenido, de ser juzgados en Colombia en los términos de la Ley 975, de Justicia y Paz. 

4. Colombia y la Comunidad internacional pueden estar seguros que los integrantes de las ex AUC honraremos nuestros compromisos con Justicia y Paz hasta donde el Estado nacional nos lo haga posible, y satisfaremos a la Justicia de terceros países en los términos que corresponde. 

5. El proceso de paz entre el Gobierno nacional y las Autodefensas sigue vigente, así como continúa inconmovible nuestra decisión de honrar la palabra empeñada y los compromisos asumidos en la Mesa de Negociación. 

Aprovecho esta circunstancia para invitar al Gobierno nacional a relanzar el proceso, retomar la hoja de ruta y hacer públicos y visibles todos los esfuerzos que se han hecho y se siguen haciendo por consolidar el rumbo hacia la exitosa reincorporación a la vida civil de los más de 32.000 desmovilizados de las Autodefensas. 



SALVATORE MANCUSO 
Miembro Representante ex AUC

lunes, 15 de octubre de 2007

Ex AUC: fase judicial del Proceso de Paz - Secuelas Nacionales e Internacionales



Ante la versión periodística transmitida en la emisión de las 7 pm del noticiero RCN del pasado 10 de octubre, en la cual se hace referencia a gestiones de tipo legal realizadas ante la Justicia de los EEUU por miembros representantes de las AUC, paralelas con el proceso de paz que se adelanta con el Gobierno nacional, es preciso aclarar a la Opinión pública lo siguiente: 

En ningún momento he considerado renunciar al procedimiento establecido en la Ley de Justicia y Paz, por el contrario, en desarrollo de mi compromiso y determinación con la paz y reconciliación de nuestro país me acogí voluntariamente a él y es mi propósito responder ante la justicia, no solo la nacional sino cualquier otra que me esté requiriendo con ocasión de mi pertenencia a las antiguas AUC, pues solamente de esta manera podré reincorporarme plenamente a la vida civil. 

En añadidura de lo anterior considero necesario manifestar lo siguiente: 

1. No existe al día de hoy ninguna garantía constitucional ni manifestación pública del Estado colombiano, en cabeza del Presidente de la República, donde se otorgue algún principio de solución ni mucho menos solución jurídica definitiva a los problemas judiciales subsistentes con terceros países derivados de mi pertenencia a las AUC en el marco del conflicto armado. 

2. La Ley de Justicia y Paz constituye la adecuación del régimen legal colombiano a los estándares internacionales vigentes. Lejos está de mi voluntad y determinación renunciar a ser cobijado por tal instrumento legal promovido por el Poder Ejecutivo, sancionado por el Congreso de la República y avalado por la Corte Constitucional de manera que Colombia honra así sus compromisos con la Comunidad internacional, compromisos que, como ciudadano colombiano, también me obligan. 

3. La desidia y el desinterés evidenciados por el Gobierno nacional, en todo lo relacionado con promover los acercamientos de rigor entre terceros países y los miembros representantes de las AUC, determina que debamos ser cada uno de nosotros por nuestra cuenta quienes tomemos la iniciativa a través de nuestros abogados, de actuar de manera responsable y consecuente también con la Justicia de otros países, sin que ello para nada signifique renunciar a nuestro derecho, voluntariamente asumido y sostenido, de ser juzgados en Colombia en los términos de la Ley 975, de Justicia y Paz. 

4. Colombia y la Comunidad internacional pueden estar seguros que los integrantes de las ex AUC honraremos nuestros compromisos con Justicia y Paz hasta donde el Estado nacional nos lo haga posible, y satisfaremos a la Justicia de terceros países en los términos que corresponde. 

5. El proceso de paz entre el Gobierno nacional y las Autodefensas sigue vigente, así como continúa inconmovible nuestra decisión de honrar la palabra empeñada y los compromisos asumidos en la Mesa de Negociación. 

Aprovecho esta circunstancia para invitar al Gobierno nacional a relanzar el proceso, retomar la hoja de ruta y hacer públicos y visibles todos los esfuerzos que se han hecho y se siguen haciendo por consolidar el rumbo hacia la exitosa reincorporación a la vida civil de los más de 32.000 desmovilizados de las Autodefensas. 



SALVATORE MANCUSO 
Miembro Representante ex AUC

lunes, 24 de septiembre de 2007

Mi respuesta al columnista Felipe Zuleta

Itagüí, 24 de septiembre de 2007

Señor Felipe Zuleta:
Cordial saludo.

¿Sabe una cosa? Yo en parte lo entiendo. Entiendo que, desde su posición urbana tan privilegiada, no le resulta comprensible lo que viví en carne propia en mi región. Siempre ha tenido al establecimiento para cuidar su vida, honra y bienes, diferente a lo que nos sucedió a millones de colombianos abandonados por el Estado y atacados por la guerrilla. Tenga la seguridad que si con mi familia hubiésemos tenido el privilegio que tuvo usted de tener el establecimiento a su servicio, quizás estuviera opinando hasta por encima del bien y del mal desde un medio de comunicación. Pero, a diferencia de usted, aportándole a la oportunidad de paz que hoy vislumbran quienes nunca habíamos tenido esa posibilidad. Está en su derecho de pensar lo que quiera sobre las materias que desee, pero sepa que las actuaciones en la guerra que me tocó vivir nunca estuvieron orientadas a enriquecerme para llevar un tren de vida opulento, sino por el contrario, a la estrategia y práctica de la defensa frente a la agresión guerrillera. Créame que hubiera preferido nunca haber hecho parte de esta guerra.

Pero me pregunto ¿dónde estaban usted y su pluma cuando el Estado nos abandonó a nuestra suerte y nos arrojó a las desgarradoras fauces de la guerra en el departamento de Córdoba, por citar solo una región de Colombia? ¿Dónde estaba usted cuando la guerrilla implantó su régimen de terror estableciendo un estado comunista combinando todas las formas de lucha? Cuando nos secuestraban y nos mataban… cuando fuimos a pedirle protección a las instituciones de seguridad del Estado y la respuesta que encontramos fue: no tenemos los medios ni la capacidad necesaria para enfrentarlos, así que necesitamos de ustedes para que nos ayuden a combatirlos. ¿Dónde estaba usted señor Zuleta cuando pedí, incluso al ministro de Defensa Botero Zea, en 1995, que nos defendiera, cuando hemos clamado a los gobiernos de turno para que erradiquen los cultivos ilícitos, carburante del narcotráfico y banquero de la guerra? Cuando rogábamos acabar con esta espiral de violencia que azota a nuestro país, cuando acudimos varias veces a tocar puertas a los diferentes gobiernos para iniciar un proceso de negociación que nos permitiera hacer el tránsito de lo político militar a lo político social. ¿Dónde estaba, señor Zuleta, cuando le pedimos al Estado garantías para la seguridad de las poblaciones y regiones golpeadas por la guerrilla y compromisos en la reinstitucionalización del Estado? ¿Dónde estaba, señor Zuleta, cuando invitamos a todos los periodistas y medios de comunicación a que nos ayudaran a construir este proceso de paz?No hay pueblo en el mundo que no se levante en armas cuando con armas se pretende sojuzgarlo por la fuerza, para tiranizarlo.

No hemos sido nosotros quienes iniciamos esta guerra. Pero hemos sido nosotros con nuestra inquebrantable determinación de paz quienes decidimos salirnos de ella y he sido ejemplo de rectificación humilde y sincera, honrando la palabra empeñada con el País entero. Nosotros no permanecimos ajenos a ese clamor nacional de acabar con la guerra y de humanizarla mientras dure, devolviendo al seno de la práctica política democrática lo que se ha salido de madre convirtiéndonos en gigantes de la reconciliación entre los colombianos.

La paz no es un instrumento de venganza. ¿Por qué rechaza la paz y la reconciliación entre los colombianos? Injusto modo de matar al país por dificultad de amarlo, por la angustia de sentirlo siempre extraño, pese a la necesidad de hallar en él la protección de un hogar.

Lo que sí considero injusto, y del mismo talante de las respuestas de los asesores de gobierno de quienes usted tanto se queja, es la estrategia de cambiar los temas que se suponía estábamos tratando en su acusación en la pasada columna y que me vi obligado aclarar. Repito: no tuve nada que ver con el traslado de los comandantes Adolfo Paz y Carlos Mario Jiménez. Más aún, considero lamentable y perjudicial para el proceso de paz dicho traslado.

Cuando usted pone en duda mi actuación con respecto a dicha decisión del gobierno no solo pretende enfrentarme a quienes fueron mis compañeros de lucha contra la guerrilla, sino que alimenta el fuego de un conflicto que nosotros los ex comandantes de las autodefensas hemos apostado a apagar. Entienda que las autodefensas, más para bien que para mal, hemos sido una confederación de ejércitos antisubversivos y que cada uno apostó al desmonte de sus estructuras y entregó su libertad a cambio de la búsqueda de la paz. Puede poner en duda si quiere, mi sinceridad con respecto a mis afanes de riqueza personal, pero no mi interés genuino por evitar más derramamientos de sangre. Por favor, seamos claros en que no estoy detrás de ninguna conspiración con el gobierno para perjudicar a quienes son mis más grandes aliados para finalizar un proceso de paz con el gobierno.

Usted está no solamente enemistado con la política de paz y seguridad democrática que adelanta este gobierno, sino que además siente por el proceso de desmovilización de las autodefensas una gran animadversión. No vaya a creer, señor Zuleta, yo también tengo grandes discrepancias, sobre todo metodológicas, con el modo en que el Gobierno ha procedido durante el proceso de paz con las Autodefensas.

Sin embargo, nunca ha pasado por mi cabeza obtener lo que creo es justo y equitativo, para más de treinta mil desmovilizados de las AUC y para todas las miles de víctimas del conflicto armado, a punta de injurias y calumnias, a las que usted acude al señalar a algunas de las personas cercanas a mí a quienes yo aprecio y valoro desde hace años, unos por ser mis amigos de toda la vida, otros porque compartieron conmigo años de estudio o buenas conversaciones. Usted los tilda como individuos de gustos extravagantes o poseedores de grandes capitales míos. Sobre gustos no hay disgustos, como dice el refrán, y en cuanto a lo de sus dineros, no es verdad lo que usted dice.

Ahora bien, sobre las acusaciones que me hace, es apenas obvio que en el desarrollo de las economías de guerra que se dieron en Colombia, existieron situaciones desagradables e irritantes de acumulación de riquezas. Es más, reconozcamos que sucedió una acumulación inescrupulosa de riqueza desde lo ilícito, sea narcotráfico o corrupción con el presupuesto público, aunque no solamente desde la orilla de las autodefensas, sino también de las guerrillas, el narcotráfico puro, los políticos inescrupulosos, etc. O desde lo lícito, por ejemplo, cuando los poderes económicos invirtieron en compra de tierras baratas en zonas sometidas por la guerrilla cuando las estábamos liberando de ese flagelo. Pero desafortunadamente así fue que se hizo la guerra, y ojalá hubiera sido de otro modo. Sin embargo, en el desarrollo de la Ley de Justicia y Paz, puede usted estar convencido que he entregado las propiedades, recursos y actuaciones asociadas a la organización que yo comandé y que llevaron a un proceso de acumulación para financiar la guerra. Y repararé en un sentido justo a muchas comunidades que desde el nacimiento de la república se merecen un reconocimiento a tanta violencia inútil. El País debe saber que por simple lógica de supervivencia las élites económicas, políticas y sociales aprobaron la financiación del narcotráfico y los excesos de la guerra por su deseo de contener a las guerrillas que amenazaban la estabilidad del Estado.

Además de lo anterior, decir que yo sigo delinquiendo desde la cárcel es absolutamente falso y me suena como cuando escucho que los males actuales de Colombia son todavía culpa del Frente Nacional, como si el Frente Nacional siguiera actuando hoy. Como si los hombres y mujeres de Colombia no fuéramos capaces como lo soy yo, y lo estoy demostrando, de arrepentirnos, de pedir perdón, de reparar el daño, de aceptar el dictamen de la Justicia, de dejar el pasado atrás rectificando los comportamientos transitados, de enmendar lo que haya que enmendar y no reincidir en lo que no haya que reincidir, para proyectarnos hacia un futuro mejor, de paz y reconciliación.

Al vivir en un Estado social de Derecho usted tiene no solo el derecho sino la obligación de presentar las pruebas de lo que dice en su columna respecto de mi persona y de las otras, o puede escoger refugiarse en la preservación de la fuente. En todo caso, no tomo esto como una cuestión personal de usted conmigo sino más bien una cuestión política de usted y los intereses de sus amigos en contra de algunas políticas de Estado, en el caso que nos incumbe, la del desmonte de las autodefensas como actoras del conflicto.

Venga, lo invito por fuera de los linderos de la fantasía a abandonar el territorio de lo virtual y a diagnosticar sin contumacia, ante la escueta realidad que represento. La mejor fuente de información de los hechos en los que he estado inmerso en este conflicto, soy yo. Con mansedumbre y humildad cristianas lo espero si desea descifrar en mis ojos el verdadero alcance de mi apuesta honesta y total por la paz y la reconciliación.

Si me quiere creer, si tiene en el alma espacio para construir, le estoy esperando. De seguro volverá restablecido con mis certezas y confianza.

Mi determinación es irreversible, mi voluntad indomable, seré constructor de la Paz y Reconciliación, o no seré nada.

Atentamente,


SALVATORE MANCUSO


P.D. Invito a sus lectores, respetuoso de sus opiniones y de su búsqueda de verdad, a visitar la página Paz y Progreso que dirijo en internet y pueden ubicar en www.salvatoremancuso.com, ya que caigo ahora en la cuenta que somos colegas al navegar por el blog que Usted dirige.

martes, 18 de septiembre de 2007

Carta al Director del Semanario "El Espectador"

Itagüí, 18 de septiembre de 2007

Señor Fidel Cano Correa
Director Semanario El Espectador

Señor director:

Con el fin de poder ejercer el derecho de réplica y en aras que sean respetados los derechos a la verdad periodística, solicito muy comedidamente que sea publicada en su prestigioso semanario, la siguiente respuesta a las afirmaciones realizadas por el columnista FELIPE ZULETA, aparecida en su edición del pasado 15 de septiembre.

La verdad periodística se ha visto vulnerada por el comentario falso y salido de tono que el columnista Felipe Zuleta realiza en su columna semanal aparecida en su semanario el 15 de septiembre de los corrientes; la afirmación que hace el señor ZULETA en el sentido de que me he convertido en el informante de palacio, no solamente es falaz, sino que el comentario según el cual gracias a mis informes, el señor Presidente de la República ha tomado decisiones en contra de los ex comandantes Diego Fernando Murillo y Carlos Mario Jiménez, es un engaño a los lectores, un insulto al Señor Presidente y un fallido intento por enfrentarnos a quienes le apostamos todo en nuestras vidas a jugarnos por la paz como salida al conflicto armado que desangra a nuestro País.

Flaco favor le hace el columnista a la búsqueda de la reconciliación que iniciamos desde hace unos años, tanto los entonces comandantes como yo, junto a los demás ex comandantes que hemos dado verdaderas muestras de seriedad en nuestros compromisos con la Patria.

Quiero reiterarle al País entero, que estas falsas afirmaciones no minarán mi determinación de seguir adelante con el camino que inicié entre diciembre de 2004 y enero de 2005, cuando desmovilicé los ejércitos que comandaba, en el Catatumbo y Córdoba, decisión que tomé antes de que existiera siquiera una norma que reglamentara cuál iría a ser nuestro futuro en la civilidad, como una muestra de que nuestro compromiso con la paz era real y tangible, como sigue siendo hoy. En ése momento, con 2.359 combatientes desmovilizados, protagonicé el mayor desarme que se había realizado en la historia de Colombia y que abriría el camino para que al final se silenciaran más de dieciocho mil armas, de las cuales 14.000 largas, que empuñábamos en ese entonces las AUC en el combate antisubversivo.

Ese camino me condujo a recluirme voluntariamente en prisión cuando así me lo pidió el Señor Presidente de la República, posteriormente fui el primero de los ex comandantes que se acogió también voluntariamente a la ley 975, igualmente abrí el camino de contar la verdad del conflicto y de mis actos en la guerra dentro de la versión libre que estoy rindiendo ante la Fiscalía General de la Nación, a la que he acompañado en la entrega de bienes por más de 50 mil millones de pesos con destino a las víctimas del conflicto, a quienes no me canso de pedir perdón porque mi compromiso con Colombia es el de poder llegar a la reconciliación, independientemente de las causas que dieron origen al conflicto, meta que no derrumbarán columnistas mal intencionados que tal vez querrían saberme muerto como única fórmula de torpedear mi testaruda intención de trabajar para buscar la paz en nuestro País. Así no se construye sociedad, los chismes en temas tan sensibles son tan violentos como cualquier acción bélica, el compromiso con la verdad también debe aplicarse a los generadores de opinión, quienes amparados en el poder de las palabras deberían cambiar la maledicencia quién sabe con qué objetivos –como la comentada-, por el trabajo de construir una opinión social tendiente al desarme físico, pero también del corazón y de las palabras que dañan.

No necesito ser informante secreto de Palacio, mi colaboración con la institucionalidad, desde que me desmovilicé, dejó de ser clandestina, ahora la realizo abiertamente y con comunicados a las autoridades y a la opinión pública a través de documentos igualmente públicos y de mi página de internetwww.salvatoremancuso.com; motivo por el cual la afirmación de Zuleta, no solamente es falsa, sino que desdice de la ética periodística y por supuesto se encuentra signada por el prurito de seguir dejando a nuestro País sumido en la guerra y atacando lo que seguirá siendo motivo de mi vida hasta que Dios me tenga con ella: LA RECONCILIACIÓN DE LOS COLOMBIANOS.

Cordialmente,


SALVATORE MANCUSO GÓMEZ

Carta dirigida al señor Señor Fidel Cano Correa - Director Semanario El Espectador

Itagüí, 18 de septiembre de 2007

Señor Fidel Cano Correa
Director Semanario El Espectador

Señor director:

Con el fin de poder ejercer el derecho de réplica y en aras que sean respetados los derechos a la verdad periodística, solicito muy comedidamente que sea publicada en su prestigioso semanario, la siguiente respuesta a las afirmaciones realizadas por el columnista FELIPE ZULETA, aparecida en su edición del pasado 15 de septiembre.

La verdad periodística se ha visto vulnerada por el comentario falso y salido de tono que el columnista Felipe Zuleta realiza en su columna semanal aparecida en su semanario el 15 de septiembre de los corrientes; la afirmación que hace el señor ZULETA en el sentido de que me he convertido en el informante de palacio, no solamente es falaz, sino que el comentario según el cual gracias a mis informes, el señor Presidente de la República ha tomado decisiones en contra de los ex comandantes Diego Fernando Murillo y Carlos Mario Jiménez, es un engaño a los lectores, un insulto al Señor Presidente y un fallido intento por enfrentarnos a quienes le apostamos todo en nuestras vidas a jugarnos por la paz como salida al conflicto armado que desangra a nuestro País.

Flaco favor le hace el columnista a la búsqueda de la reconciliación que iniciamos desde hace unos años, tanto los entonces comandantes como yo, junto a los demás ex comandantes que hemos dado verdaderas muestras de seriedad en nuestros compromisos con la Patria.

Quiero reiterarle al País entero, que estas falsas afirmaciones no minarán mi determinación de seguir adelante con el camino que inicié entre diciembre de 2004 y enero de 2005, cuando desmovilicé los ejércitos que comandaba, en el Catatumbo y Córdoba, decisión que tomé antes de que existiera siquiera una norma que reglamentara cuál iría a ser nuestro futuro en la civilidad, como una muestra de que nuestro compromiso con la paz era real y tangible, como sigue siendo hoy. En ése momento, con 2.359 combatientes desmovilizados, protagonicé el mayor desarme que se había realizado en la historia de Colombia y que abriría el camino para que al final se silenciaran más de dieciocho mil armas, de las cuales 14.000 largas, que empuñábamos en ese entonces las AUC en el combate antisubversivo.

Ese camino me condujo a recluirme voluntariamente en prisión cuando así me lo pidió el Señor Presidente de la República, posteriormente fui el primero de los ex comandantes que se acogió también voluntariamente a la ley 975, igualmente abrí el camino de contar la verdad del conflicto y de mis actos en la guerra dentro de la versión libre que estoy rindiendo ante la Fiscalía General de la Nación, a la que he acompañado en la entrega de bienes por más de 50 mil millones de pesos con destino a las víctimas del conflicto, a quienes no me canso de pedir perdón porque mi compromiso con Colombia es el de poder llegar a la reconciliación, independientemente de las causas que dieron origen al conflicto, meta que no derrumbarán columnistas mal intencionados que tal vez querrían saberme muerto como única fórmula de torpedear mi testaruda intención de trabajar para buscar la paz en nuestro País. Así no se construye sociedad, los chismes en temas tan sensibles son tan violentos como cualquier acción bélica, el compromiso con la verdad también debe aplicarse a los generadores de opinión, quienes amparados en el poder de las palabras deberían cambiar la maledicencia quién sabe con qué objetivos –como la comentada-, por el trabajo de construir una opinión social tendiente al desarme físico, pero también del corazón y de las palabras que dañan.

No necesito ser informante secreto de Palacio, mi colaboración con la institucionalidad, desde que me desmovilicé, dejó de ser clandestina, ahora la realizo abiertamente y con comunicados a las autoridades y a la opinión pública a través de documentos igualmente públicos y de mi página de internetwww.salvatoremancuso.com; motivo por el cual la afirmación de Zuleta, no solamente es falsa, sino que desdice de la ética periodística y por supuesto se encuentra signada por el prurito de seguir dejando a nuestro País sumido en la guerra y atacando lo que seguirá siendo motivo de mi vida hasta que Dios me tenga con ella: LA RECONCILIACIÓN DE LOS COLOMBIANOS.

Cordialmente,

SALVATORE MANCUSO GÓMEZ

lunes, 20 de agosto de 2007

Mancuso ahora desenfunda verdades

www.revistapazion.com

“Seguimos estando lejos de la paz, porque no existe el clima político de unidad nacional que favorezca la reconciliación”.

El ex jefe paramilitar de origen italiano Salvatore Mancuso conmocionó al Estado colombiano con sus declaraciones en desarrollo de su versión libre ante la Unidad Nacional de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación.

En su primera edición la revista PAZIÓN se entrevistó con Salvatore Mancuso sobre el alcance de sus reveladoras declaraciones. Este es el diálogo:

PAZIÓN:
¿Considera usted que la desmovilización de las Autodefensas ha servido a la pacificación del país? 

SALVATORE MANCUSO: Históricamente, las Autodefensas no han sido la causa del conflicto armado sino una de sus consecuencias. De la ausencia y debilidad del Estado surgen primero las guerrillas y después las Autodefensas. El Estado dejó crecer el problema de las guerrillas y pretendió combatirlas creando una política de Estado paramilitar, utilizando como punta de lanza a las Fuerzas Militares y la creación de escuadrones paramilitares. Finalmente el orden público terminó saliendo de las manos del Estado y los civiles abandonados a nuestra desgracia por el Estado; y violentados por las guerrillas debimos apelar a la resistencia de los civiles armados, mientras el Estado no asumía su responsabilidad de brindar seguridad a las comunidades. La pacificación del país sigue estando en manos principalmente del Estado y las guerrillas, y por supuesto las Autodefensas desmovilizadas reintegradas a la vida civil hacemos todos los esfuerzos políticos para crear el clima de acuerdo nacional donde Estado, guerrillas, sociedad y nosotros podamos finalmente encontrar fórmulas de paz y reconciliación.

Todo lo valioso tiene un precio, pero el Gobierno debe sincerarse y pensar qué es lo que realmente quiere en materia de proceso de paz con Autodefensas (parapolítica incluida) y en materia de procesos de paz con Farc y Eln (política de seguridad democrática incluida). El presidente Uribe bien debe saber que el verdadero secreto del líder político no es tanto el de mantener cohesionadas a sus propias fuerzas, sino el de ejercer una influencia decisiva en las fuerzas de oposición. Hasta ahora lo que ha logrado Uribe en cuestiones de oposición es lo contrario, es darle las razones y el espacio para boicotear cualquier iniciativa suya y toda la prensa para que descalifique desde el arranque cualquier propuesta que nazca del Gobierno.

P: ¿Cuál es su opinión acerca de lo que ha dado en llamarse la ‘parapolítica’?


SM: La ‘parapolítica’ es un modismo típico colombiano que se entiende como hija directa del conflicto armado. Es el producto de la deserción de los políticos de sus responsabilidades con las zonas afectadas. Mi caso personal es una muestra fehaciente del desamparo en que nos vimos sumergidos millones de colombianos, porque cuando las guerrillas asolaban nuestras propiedades y amenazaban nuestras vidas y nuestras libertades y las de las poblaciones, los políticos se dedicaban a lucrarse de los contratos y los dineros del erario público, dándole la espalda a las angustias del pueblo que eran nuestras mismas angustias.

Antes de ingresar a las Autodefensas agoté todos los medios de denuncia, incluso ante el ministro de Defensa del Gobierno Samper, Fernando Botero, buscando protección para nuestro trabajo y nuestras familias. Todo fue inútil. O me dejaba asesinar o me exiliaba, y si quería permanecer en mi tierra cordobesa debía armarme y pasar a la ilegalidad. Por eso, la ‘parapolítica’ nació apenas el tema de la seguridad comenzó a estar mínimamente resuelto por la presencia de las Autodefensas. Las mismas comunidades que primero nos pidieron solamente seguridad, comenzaron a pedirnos por su salud, por sus vías, por su educación. Así que no quisimos eludir nuestra responsabilidad social y comenzamos a tomar contacto con los políticos, no para que resolvieran los problemas de las Autodefensas, sino para que comenzaran a dar respuesta a los problemas de la gente si querían hacer política en los territorios controlados por nosotros. 

La ‘parapolítica’ ha querido venderse a la opinión como un proyecto político delincuencial, cuando en realidad fue la respuesta indignada de un enorme número de colombianos a la ausencia de Estado. 

La ‘parapolítica’ vista desde la autodefensa nunca pretendió ser la solución de los problemas de Colombia, sus objetivos fueron más modestos: darle principio de solución a los problemas más acuciantes de las comunidades que nosotros defendíamos de las guerrillas y tocar a las puertas de las clases políticas para que nos facilitaran desmontar las Autodefensas mediante una negociación política. Téngase en cuenta que lo que hoy se llama la ´parapolítica´ recibió un gran impulso del contacto de las Autodefensas en 1998, en el nudo del Paramillo, con personajes tan ilustres como “Lucho” Garzón y Augusto Ramírez Ocampo, entre otros, con quienes se firmó un acuerdo que todos los interesados en la paz de Colombia debieran leer hoy y sacar sus propias conclusiones, casi una década después.

P: ¿Qué juicio le merecen las iniciativas de excarcelación para políticos, empresarios y guerrilleros?

SM: Ni la desmovilización de las Autodefensas, ni la que podría estar acercándose del Eln, bastarían por sí solas para abrir caminos de concordia y entendimiento entre todos los colombianos. Una propuesta de esta magnitud debe estar acompañada de un verdadero acuerdo de paz incluyente, es decir, con todos los actores y con el reconocimiento de cara al país y al mundo de lo que nos ha tocado vivir y no queremos repetir, por supuesto sin impunidad, pero buscando puntos intermedios que permitan la verdadera reconciliación nacional.

P: ¿Cómo se sentiría usted si el Eln deja las armas y se van sus comandantes para sus casas? ¿Y si los políticos envueltos en la ‘parapolítica’ antes de fin de año están en libertad? ¿Y si los guerrilleros presos de las Farc también salen libres de la cárcel?

SM: Si esa hipótesis se verificara, sentiría que el camino abierto por las Autodefensas con nuestro proceso de paz estaría produciendo sus primeros grandes efectos en el resto de la sociedad y en los mismos actores del conflicto. Si esas libertades son consecuencia de que ellos hayan dicho la verdad y de haber reparado a las víctimas, me diría que se estaría abriendo un gran camino hacia la reconciliación y la paz. Obviamente, esperaría para las Autodefensas el mismo tratamiento, el país no entendería que existieran diferencias, ni privilegios entre quienes fueron actores del conflicto armado, y que hubiese condenados de primera, segunda o tercera categoría. 

P: ¿Qué salida jurídica recomendaría a quienes están acusados de ‘parapolítica’ y no se han desmovilizado por la Ley 975?

SM: La mejor salida jurídica es la que concilia la verdad de los hechos con las posibilidades que abre el régimen legal. No quisiera de ninguna manera violentar en lo más mínimo la conciencia de cada quien en cada caso, y esto me inhibe de hacer recomendaciones generales. 

P: ¿Está arrepentido de haberse desmovilizado? ¿Volvería al monte si el conflicto armado no se acaba?

SM: Hay quienes han querido ver en mi versión libre y en mis respuestas a los periodistas una justificación de la lucha armada. No he querido ni quiero justificar nada al respecto, no he hecho apología del delito. Si ese fuera mi propósito lo haría combatiendo desde el monte y no habría jalonado la más grande desmovilización producida jamás en Colombia, ni en el mundo, por parte de un grupo armado irregular no vencido, sino por el contrario victorioso y en la cúspide del poder militar, político y logístico. Me he esforzado y me seguiré esforzando en explicar las motivaciones y el contexto dentro de los cuales participé del conflicto, así como insistiré en la pedagogía que creo necesaria realizar para que el conflicto no se perpetúe, sino que se acabe cuanto antes.

Mi lugar presente y futuro es permanecer firme junto al pueblo colombiano, luchando desde la civilidad por aquellas conquistas postergadas que nos tienen sumidos en la guerra y la miseria. Ocupar mi lugar en la vida política y darle un sentido social y colectivo junto a miles de desmovilizados de las Autodefensas y comunidades afectadas por la guerra, constituye mi norte en estos tiempos que siguen siendo de dificultades enormes para todos los colombianos, pero que de ninguna manera me invitan a regresar armado al monte, sino lo contrario, a llevar por toda Colombia el mensaje fraternal de la paz y la reconciliación, pues sigue estando presente la falta de Estado y política pública seria, eficiente y justa en muchas regiones del país. 

P: ¿Mancuso, “creerle o no creerle”, sobre las verdades que pide a gritos el país y puntualizan sobre si lo manifestado en la versión libre es verdad o no? 

SM: Es cierto que entre las condiciones consagradas en la Ley de Justicia y Paz para hacernos merecedores de los beneficios contemplados en la misma norma, se encuentra como eje central decir toda la verdad, compromiso que hice cuando el Gobierno así lo exigió, lo ratifiqué cuando inicié la versión libre y que hoy reitero en esta entrevista, que tengo claros los compromisos legales, morales y sociales adquiridos. Estoy declarando bajo unas directrices jurídicas que ha impuesto el Estado, con una metodología acordada en cuanto a narrar los hechos históricos de la manera más ordenada posible, cronológicamente y cuando no se pueda, por temas o acciones y en segundo lugar, es necesario resaltar que estoy confesando, todo lo relacionado con una guerra que no iniciamos las Autodefensas y que para que puedan entenderse el conflicto es necesario narrar con la mayor precisión posible, para que esta historia no se vuelva a repetir. 

Devolví bienes, entregué zonas insertadas a la economía productiva nacional, incluso muchas donde antes existían cultivos ilícitos ya sin ellos, erradicamos manualmente cultivos ilícitos, convencí a los otros Comandantes para que se desmovilizaran, estoy contando la verdad histórica sobre las Autodefensas y asumiendo mis compromisos y responsabilidades. Entonces, ¿cuál otro compromiso real quieren que efectúe para que crean que estamos frente a un verdadero proceso de paz y reconciliación? Sería bueno hacer memoria de los procesos de paz vividos en Colombia y mirar si alguna vez hubo personas judicializadas, presas, si se pagó un peso por reparaciones o si se condicionó la paz a la verdad. Este es el primer proceso de paz que es acorde con los estándares internacionales de justicia: estamos presos, judicializados, contando la verdad de la historia vivida y reparando.

Contar 20 años de guerra con todos los componentes que la integran, no se puede hacer en pocas sesiones, y hasta ahora lo único que he hecho es cumplir con mis obligaciones legales y sociales, decir la verdad. Contarle al país que en el pasado se tuvieron reuniones con personas que hoy ocupan cargos públicos no es desviar la atención como han dicho algunos medios de comunicación, indistintamente que sea el Vicepresidente o un Ministro del Gobierno o un empresario nacional o una multinacional, le informé al señor Fiscal General que sostuve o fui testigo o me contaron de una gran cantidad de reuniones que se celebraron entre los Comandantes de las Autodefensas y esas personas, y lo hice porque esa es la verdad histórica, la misma que me exigen que cuente, no pueden ahora pretender desconocer que las Autodefensas llegamos a ser ante la ausencia de Estado el mismo Estado, que hacíamos de jueces, policías, administradores, se cobraban aportes para el sostenimiento, etc., hubo épocas en las que prácticamente nada se hacía sin nuestro consentimiento, por eso con nosotros se reunía toda clase de personas, desde el más humilde campesino hasta el más rico hacendado, desde el analfabeta hasta el gran político, situación que, reitero, no puede ahora desconocerse y mucho menos afirmar que contar esa parte de la historia de las Autodefensas es desviar la atención. 

La verdad puede ser dolorosa pero es necesaria, hoy más que nunca, develarla absolutamente para generar iconos de no repetición y hacer un alto en el camino para la construcción de nuevos caminos para la República. 

P: Pero las víctimas lo acusan de muchas acciones que usted no ha confesado…

SM: Una persona me preguntó por un desaparecido en el año 1990 cuando ni siquiera pertenecía a las Autodefensas, cómo podría darle una respuesta; o la señora que me manda un papelito preguntándome sobre un desaparecido en el Magdalena Medio o el Vichada, tampoco le puedo contestar porque esa zona no era mi jurisdicción; o la señora que no volvió a saber nada de su hijo, pero que un abogado inescrupuloso le recomendó que presentara un denuncio contra Salvatore Mancuso que si no aparecía el hijo desaparecido desde 1989, de todas formas le daban una platica. Luego sale en las noticias que yo no he atendido, ni les he dado respuesta a las víctimas, lo que es falso.

El gran problema que se ha presentado con las víctimas es que, en un principio, ni siquiera el Director del Fondo de Reparación sabía cómo identificar a las víctimas de la guerrilla, Autodefensas y del mismo Estado, ni cuáles las áreas de responsabilidad de cada Comandante, por eso los invito a que se le informe con precisión a las víctimas, con la claridad que esas personas necesitan. Cómo funcionaron realmente las estructuras de mando y qué áreas de responsabilidades tuvieron, para que las víctimas efectivamente encuentren, en primer lugar, respuestas a sus inquietudes y, posteriormente, obtengan la reparación a la que los jueces determinen tienen derecho. 

Además, tal como he dicho en mi versión de las que hoy considero víctimas como lo hemos sido nosotros de la guerra interna de nuestro país, mi respeto y mis disculpas si en ocasiones mi lenguaje ofende, porque no puedo contar una historia diferente a la realmente vivida, ni disfrazar con lenguaje brillante las motivaciones que, en medio de la guerra, generaron dolor y muerte en uno u otro bando.

domingo, 29 de julio de 2007

COMUNICADO PÚBLICO


EL PLENO DEL MOVIMIENTO NACIONAL DE DESMOVILIZADOS DE LA ORGANIZACIÓN DE AUTODEFENSAS CAMPESINAS, INFORMA A LA OPINIÓN PÚBLICA NACIONAL E INTERNACIONAL:

- QUE ES IMPERATIVO RECONOCER PÚBLICAMENTE LOS INGENTES ESFUERZOS DEL GOBIERNO NACIONAL, APOYADO POR VARIOS ÓRGANOS DEL ESTADO, DIRIGENTES POLÍTICOS, COLUMNISTAS, EDITORIALISTAS, IGLESIA Y SOCIEDAD, PARA RECOMPONER EL MARCO JURÍDICO DEL PROCESO DE PAZ

- QUE EL PROYECTO DE LEY SOMETIDO AL ESCRUTINIO DE LA OPINIÓN, EN LA PAGINA DE INTERNET DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, CONTRIBUYE AL FORTALECIMIENTO DE LAS CONDICIONES DE IGUALDAD Y SEGURIDAD JURÍDICAS, QUE RECLAMAN MAS DE 31.000 DESMOVILIZADOS VOLUNTARIOS DE LAS AUTODEFENSAS CAMPESINAS.

- ES INCONTROVERTIBLE QUE LA CONDICIÓN DE SUJETOS ACTIVOS DEL DELITO DE SEDICIÓN, COMETIDO CON OCASIÓN DEL CONFLICTO ARMADO, NO EXCLUYE LA RESPONSABILIDAD PENAL, DERIVADA DE LA CONFESIÓN O RECONOCIMIENTO DE QUIENES ACUSAN CONDUCTAS DE LESA HUMANIDAD O VIOLATORIAS DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO. PRÓXIMAMENTE PRESENTAREMOS EL BALANCE DE LAS DILIGENCIAS JUDICIALES REALIZADAS HASTA LA FECHA, RESPECTO DE LAS ACCIONES DE REPARACIÓN A LAS VÍCTIMAS Y EL ACATAMIENTO A LOS MANDATOS DE LA LEY DE JUSTICIA Y PAZ.

EN VISTA DE LO EXPUESTO CONVOCAMOS A TODOS LOS DESMOVILIZADOS QUE TENGAN REQUERIMIENTOS DE PARTE DE LA JUSTICIA, PARA QUE ACUDAMOS EN LO SUCESIVO A CUMPLIR CON LAS DILIGENCIAS ANTE FISCALES, JUECES Y TRIBUNALES, Y DE PASO RENOVEMOS DESDE LOS ESTRADOS JUDICIALES, NUESTRO COMPROMISO INAMOVIBLE CON LA VERDAD, LA JUSTICIA Y LA REPARACIÓN.

RODRIGO TOVAR PUPO
FREDY RENDON HERRERA
JUAN CARLOS SIERRA R.
CARLOS MARIO JIMÉNEZ
FRANCISCO J. ZULUAGA L.
RODRIGO PEREZ ALZATE
SALVATORE MANCUSO G.
EDWAR COBOS TELLEZ
RAMIRO VANOY MURILLO
DIEGO RUIZ ARROYAVE
GUILLERMO PEREZ A.
ARNUBIO TRIANA MAHECHA
DIEGO FERNANDO MURILLO
JESUS IGNACIO ROLDAN P.
NODIER GIRALDO
JORGE IVAN LAVERDE
HERNAN GIRALDO SERNA
IVAN ROBERTO DUQUE G.

sábado, 28 de julio de 2007

Entrevista a Salvatore Mancuso en el diario New York Times

From Jail, Colombian Warlord Ponders Long Years of Conflict

ITAGÜÍ, Colombia

"The enemy is not fought with flowers or prayer or song. The enemy is fought with weapon in hand, which produces dead men." 


SALVATORE MANCUSO


IN his prison cell here on the outskirts of Medellín, Salvatore Mancuso reads Gandhi and self-help books. He taps notes to his lawyers into a BlackBerry. He gazes at photos of his 19-year-old wife and 8-month-old son. He listens to vallenato music on his iPod.

And he meditates on the meaning of war.

“There are no good men or bad men in war,” Mr. Mancuso, 42, Colombia's paramilitary warlord extraordinaire, said in a long, meandering interview. “There are objectives, and the objective of war is to win by combating the enemy, and the enemy is not fought with flowers or prayer or song. The enemy is fought with weapon in hand, which produces dead men.”

As a commander and the premier strategist for the death squads that committed some of the worst atrocities in this country's long internal war, Mr. Mancuso knows a lot about killing. He put into motion plans that transformed the paramilitary militias from an anti-guerrilla force into major cocaine traffickers and allies — some say masters — of high-ranking officials throughout Colombia's government.

With that chapter of war ceding to a more subdued conflict, Mr. Mancuso now spends his days in prison alongside other paramilitary leaders as part of a deal to confess his crimes and pay reparations to his victims. This arrangement allows him to spend just eight years in confinement, and perhaps less, before returning to society.

His confessions have fed the slow-burning scandal over revelations of ties between paramilitaries and a web of elite politicians, army generals and spies, almost all supporters of President Álvaro Uribe . In a country weary of war, Mr. Mancuso has become an uneasy reminder of how the conflict permeated so many areas of life.

“We were the mist, the curtain of smoke, behind which everything was hidden,” Mr. Mancuso, dressed casually in sandals and a black striped shirt and sitting in an ergonomic chair in his cell, said of the paramilitaries.

A child of privilege, Mr. Mancuso grew up near the Caribbean coast in Montería, the son of an Italian father, a prosperous businessman, and a mother who had been “Cattle Queen” in a regional beauty contest. After high school, his parents sent him to study English at the University of Pittsburgh while he took a break from civil engineering studies.

He returned from the United States to a country strained by guerrilla subversion, kidnappings and the rise of drug cartels. As a powerful cattleman by the mid-1990s, Mr. Mancuso formed a paramilitary organization ostensibly to protect the lives and property of his social class.

HIS own warpath allowed him to extend his power far from Montería to the nebulous border region with Venezuela, where the police in the frontier city Cúcuta respond to Mr. Mancuso's authority to this day, according to Human Rights Watch , which has tracked his activities for the past decade.
Mr. Mancuso denies this, saying he leads a quiet life in prison. But he says he understands the motivations that would push some of the 30,000 demobilized paramilitary fighters into shadowy new organizations that still carry out selective killings and export cocaine, describing them as “qualified labor.”

As Mr. Mancuso's star rose during the bloodiest days of the war, he coordinated the killings of at least 86 people, according to the attorney general's office in Bogotá. That number corresponds to Mr. Mancuso's own confessions in recent months. In one of those sessions, he sobbed as he asked forgiveness for his crimes.

Victims' groups, which contend that Mr. Mancuso oversaw hundreds of killings, see crocodile tears in such emotion. “It contradicts reality for someone like Mancuso to see themselves as heroes or martyrs,” said Iván Cepeda, the leader of a victims' group whose father, a senator, was killed by paramilitaries. “This peace process is fictitious.”

The demobilization process is also in danger of collapsing. Other paramilitary leaders said they would halt their confessions this week after a Supreme Court decision viewing the militias as common criminals, as opposed to political ones. The ruling could jeopardize the militia leaders' hopes to re-enter Colombian society after revealing details of their crimes before prosecutors and victims.

Few things are as elastic as the truth as Colombia grapples with the fallout from its war, but Mr. Mancuso says he is prepared to set the record straight by writing a book about what took place during the conflict. Few people speak so clearly about the obstacles that prevent Colombia from moving beyond stalemate to peace.

War, Mr. Mancuso would have Colombia believe, pushes its actors into unsavory options. So does the situation that passes for a semblance of stability these days, he says, pointing to the $5 billion in aid Washington has channeled to Colombia this decade to combat drug trafficking and insurgencies, only to see cocaine exports flow unabated.

THE Colombian authorities, Mr. Mancuso said, “don't want to eradicate cocaine because the conflict generates so much international support that puts money on top of the table, and allows so much money under the table in the form of corruption.”

Assessing Colombia's treatment of jailed paramilitary leaders, human rights activists fear that Mr. Mancuso will avoid paying for his crimes.

Under Colombia's lenient rules, Mr. Mancuso could end up spending much less than eight years in a prison where he is already allowed amenities like satellite television in his cell, bodyguards, visits each weekend from his wife, Margarita, and their son, Salvatore, and a laptop computer with Internet access, said José Miguel Vivanco, the Americas director for Human Rights Watch.

“This is Uribe's gift to the leaders of paramilitarism,” said Mr. Vivanco, referring to the criticism surrounding the policies of President Uribe in relation to the militias.

Mr. Mancuso shrugs off such statements, saying the change he has undergone in prison has been “radical.” But innocence and guilt seem like malleable concepts to someone who speaks like a polished corporate executive of his decision to use drug trafficking to finance his activities, explaining he had no choice but to mimic the guerrilla insurgency's methods.

“I could not lose the war,” Mr. Mancuso said.

“We have a narco-economy,” he added, as if Colombia wanted to be reminded of that curse. “We are a narco-society.”


Jenny Carolina González contributed reporting.