viernes, 4 de abril de 2003

Las verdaderas intenciones de las Autodefensas



Los sucesos de Irak nos muestran en vivo y en directo cuán pequeño es el mundo de hoy. Los conflictos se generan en un punto del globo y en el mismo momento, en el punto opuesto, se toma partido a favor o en contra.

¿Cómo no aceptar entonces que los modos con que se asume la lucha contra el terrorismo en Colombia produzcan de inmediato simpatías o rechazos en el resto del planeta? Puede que las Farc estén especulando -ricas y poderosas como se sienten- con que el mundo no cambia y que lo que se acomodó a sus intereses durante décadas seguirá igual. En las AUC estamos convencidos de que el mundo cambia y evoluciona y que nosotros tenemos que acompañar y estimular en la buena dirección esas transformaciones.

La Guerra Fría terminó hace más de diez años y lo que está en juego hoy no tiene nada que ver con las viejas discusiones entre democracia o comunismo. La democracia llegó para quedarse y ahora se trata de difundirla por el mundo y volverla más incluyente y más útil al bienestar de las comunidades.

La globalización es un hecho indiscutible, del mismo modo que -como en el caso de los kurdos hoy- el territorio es una certeza necesaria acerca de dónde y cómo asentar un Estado-Nación. La globalización no se discute sino que se aprovecha y se hace coincidir con los intereses locales, regionales y nacionales.

Los peligros del mundo son los riesgos de cada Nación y los problemas de cada Nación terminan siendo los dolores de cabeza del mundo. Si en Colombia nos azotan el terrorismo y el narcotráfico, el primero como enemigo de la vida y de la democracia, y el segundo como combustible del terrorismo, que no nos quepa duda: estamos en el ojo del huracán y el mundo no demorará mucho en perfeccionar su intervención para acabar con el problema, antes de que el problema se nos salga de las manos y se vincule con otros focos de perturbación internacionales.

El terrorismo y el narcotráfico -bajo la nueva perspectiva que hoy nos da la globalización-son problemas del mundo y no sólo de Colombia. Por ello, quienes nos planteamos ayer -como Autodefensas- la protección de la democracia agredida y de la economía y la infraestructura amenazada -a pesar del costo personal de ingresar en la ilegalidad- encontramos que existen ahora caminos a recorrer que nos posibilitan alcanzar por medios menos dolorosos para Colombia fines más satisfactorios para quienes creemos en la democracia y en las libertades, en la iniciativa privada y en el rol aglutinante del Estado.
Las guerrillas, alejadas ya de todo componente ideológico compatible con la geopolítica mundial y sin haber echado raíces sólidas en el tejido social colombiano, han derivado ignominiosamente hacia el terrorismo, nutriéndose escandalosamente del narcotráfico lo cual ha erosionado ostensiblemente sus reservas éticas y su credibilidad política, de tal manera que cada día será más difícil para el Estado colombiano y la Comunidad internacional abordar con ellas un Proceso de Negociación Política.

Así como van las Farc -y a su sombra el Eln- combatir el terrorismo ya es un asunto que compromete no sólo al Estado colombiano sino también a la Comunidad internacional. Sólo en el marco de esta cooperación Colombia puede encontrar los recursos lícitos y eficaces, en cantidades suficientes, para restablecer el monopolio de la fuerza y asumir el reto que plantean la siniestra combinación de terrorismo y narcotráfico en toda la geografía nacional.
Tenemos muy claro las AUC que queremos ser parte de la solución colombiana y no multiplicadores del problema. Queremos participar en la construcción de una democracia cada vez menos excluyente y hacer realidad el País donde quepamos todos, incluidos aquellos -ya arrepentidos y dispuestos a renovarse y cambiar- que hoy insisten en el error de la violencia y del sectarismo mesiánico.

Las AUC adelantamos la fase de exploración con el Gobierno nacional convencidas de que nuestro propósito dialogante debe tender a la legitimación del Estado por el fortalecimiento -desde la misma base humana y territorial- de las instituciones democráticas, comenzando por asegurar el monopolio de la fuerza antiterrorista y contrainsurgente en manos de las autoridades legales.

La etapa militar asumida históricamente por las Autodefensas ha sido un factor necesario y determinante que permitió a Colombia sostener hasta aquí su amenazada y frágil democracia y desarrollar sus incipientes capacidades económicas frente a las indecisiones e incongruencias del sistema político, confundido durante décadas por incomprensiones internas y externas, consecuentes con el orden mundial cambiante y contradictorio que emergió a partir del final de la segunda guerra mundial y que permaneció hasta entrados los 90.

Hoy los desafíos de Colombia y del mundo son bien distintos de los del siglo XX y si las Farc no lo quieren o no lo saben entender, allá ellas. Pero las AUC hemos iniciado un camino distinto alentadas por una nueva madurez política que se percibe dentro y fuera de las fronteras de Colombia como el mejor modo de asegurar a los pueblos democracia y bienestar económico, con el pleno respeto de las libertades individuales y colectivas.

Salvatore Mancuso
Carlos Castaño

Voceros del proceso AUC

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