sábado, 8 de marzo de 2008

Comunicado a la opinión pública - Sin herramientas, sin garantías y sin facilitaciones es imposible darle cumplimiento a la ley de justicia y paz, principalmente a los derechos de las víctimas

La Cumbre del Grupo de Río, en Santo Domingo, ha sido elocuente en manifestar que el conflicto armado es un grave y prolongado problema que Colombia tiene que resolver sin intromisión ni interferencias del exterior pero sin renunciar al buen uso de la facilitación de los Países Amigos y la Comunidad internacional en consuno con el Estado colombiano y buscando generar compromisos y acuerdos entre las partes.

Los miembros representantes de las ex AUC y las autodefensas desmovilizadas compartimos el sentido humanitario de urgencia y atención políticas que ameritan los temas tratados en Santo Domingo y nos pronunciamos desde la realidad de nuestro proceso de paz y reconciliación en curso dispuestos a participar, desde la condición de actores que hemos sido del conflicto armado, en la búsqueda de acuerdos y soluciones que hagan posible el complejo tránsito del conflicto al post conflicto entre todas las partes involucradas.


Somos conscientes que el éxito del proceso de paz y reconciliación, del cual somos protagonistas junto con el Gobierno nacional, y bajo la atenta participación de la OEA, requiere ganar credibilidad y generar respeto nacional e internacional si quiere alcanzar sus metas humanitarias y políticas.


Las críticas son bienvenidas en la medida que retroalimentan el proceso informándonos de aspectos negativos que pudieran estar afectándolo por actuaciones que no son correctas, o que aun siéndolo no son debidamente presentadas ante la Opinión pública, o por errores que requieren autocrítica y rectificación de nuestra parte o de las autoridades.


El Proceso de Paz no puede entenderse como un proceso que solamente adelantan las dos partes sentadas en la Mesa, sino que involucra en sus diferentes etapas a representantes de amplios sectores, en los cuales no pueden estar ausentes la sociedad civil, las organizaciones sociales y políticas, los gremios, los sindicatos, los hombres y mujeres de la cultura, la religión y la academia. Por el lado del Estado comprobamos a diario cuán decisiva es la participación en este proceso inédito en Colombia y en el mundo de las distintas instancias de las diferentes ramas del poder público, ejecutivo, legislativo y judicial. A nadie escapa tampoco, para el éxito integral del proceso, los efectos positivos derivados de la interacción de sus actores con la Comunidad internacional y con los diferentes medios de comunicación nacionales y extranjeros.


El 15 de julio próximo se cumplirán cinco años de la firma del Acuerdo para la Paz de Colombia de Santa Fe de Ralito. La ocasión hace propicio abrir un debate público sobre los distintos logros, avances, retrocesos y frustraciones del proceso de paz, centrado hoy en la aplicación de la Ley 975 de Justicia y Paz. Es sumamente importante que los debates cuenten con la participación amplia de todos los sectores.


El ejercicio permitirá la evaluación aun pendiente de los desarrollos del proceso y del valioso camino avanzado, e igualmente plantear los complejos escenarios futuros y el largo camino por recorrer.


Como preámbulo al debate propuesto y en el marco de las recientes discusiones en el Consejo Permanente de la OEA en Washington y Declaración del Grupo de Río en Santo Domingo firmamos y planteamos a la opinión pública este documento.


1. La notoria contradicción entre los compromisos asumidos por el Gobierno nacional con los negociadores de las ex AUC y su realización efectiva, particularmente el tratamiento que los desmovilizados hemos recibido a partir de agosto 16 de 2006, ha provocado serios tropiezos al proceso de paz con detrimento de la confianza y credibilidad que son pilares fundamentales de toda negociación de paz.


2. La privación o la limitación de los instrumentos básicos para la construcción de la verdad integral constituyen una privación o limitación al derecho de las víctimas y un impedimento insalvable para cumplir con los mandatos de la ley de Justicia y Paz. La colaboración plena con la justicia parte del hecho indispensable del otorgamiento de instrumentos, garantías y condiciones que permitan la construcción de la memoria histórica y procesal. En las actuales circunstancias y principalmente con motivo de los hechos que son de conocimiento público acaecidos el pasado 13 de febrero y sobre los cuales ni nosotros y menos el país conocemos el resultado de las investigaciones que nosotros mismos hemos solicitado, se nos ha cercenado de manera grave la comunicación con aquellas personas y organizaciones, nacionales y extranjeras, que son interlocutores naturales del proceso de paz y reconciliación que adelantamos y la reconstrucción de la verdad.


3. La incomunicación e inmovilidad que nos ha sido impuesta por el INPEC desde antes del 13 de febrero -pero en especial a partir de esta fecha- con todos aquellos ex integrantes de nuestros bloques y frentes que son fuente de información imprescindible para el cumplimiento del requisito de Verdad en las presentaciones ante Justicia y Paz, afecta de manera gravísima las versiones libres ante la Fiscalía constituyéndose en un bloqueo burdo e injusto de las expectativas generadas entre las víctimas que ven torpedeados desde el INPEC sus legítimos derechos a conocer la Verdad con la mayor premura y precisión.


4. Hemos dirigido y seguiremos dirigiendo cartas y ejerciendo el derecho de petición ante el Ministerio del Interior y Justicia, y el INPEC, y estamos dispuestos a llegar a las máximas instancias del País e Internacionales, alertando sobre esta lamentable situación que agrava el estado insatisfactorio y supremamente preocupante del curso del Proceso de Paz y Reconciliación mencionado en el punto primero.


Nos hemos limitado en este Comunicado a destacar los hechos más salientes de una serie de contratiempos que atentan contra el éxito del Proceso de Paz y Reconciliación en la convicción que el mismo no puede quedar sumido en la indefinición y la falta de comunicación y entendimiento entre las partes, y entre los distintos estamentos del Estado, y sin mantener debidamente informada a la Opinión sobre la marcha de las negociaciones y el cumplimiento de las metas y compromisos de las partes.


Las Autodefensas fuimos invitadas en su momento, en 2002, de manera pública, al igual que los demás actores armados ilegales, por el Gobierno nacional, a iniciar un Proceso de Paz con todas las garantías prometidas por el Estado que nos permitirían a cambio del desarme y desmovilización, abandonar el uso de las armas y abrazar la lucha política democrática dentro de la Ley y la Constitución.

Estamos muy lejos de poder decir ante la Opinión Pública que las autodefensas desmovilizadas nos sentimos satisfechas en cuanto al resultado efectivo de las negociaciones. Esta preocupación nos asalta de manera grave cuando pasamos revista a los aspectos y determinaciones tomados por el INPEC y las analizamos en el contexto del estado actual del diálogo prácticamente nulo que adelantamos con el Gobierno nacional, quien hace ya unos cuantos meses se ha desentendido de la Mesa de encuentro sin darnos ninguna explicación que podamos considerar válida y suficiente.

Si esto nos preocupa desde la situación que conocemos directamente, imagínese y saque sus propias conclusiones la Opinión Pública sobre cuánto nos preocupan las noticias que nos llegan desde fuera del establecimiento carcelario, donde a diario se destaca el inquietante fenómeno de constitución de las así llamadas ´bandas emergentes’, algunas de las cuales han sido objeto de manifestación pública de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos quien al presentar su informe anual sobre la situación del país expresa textualmente: “algunos de los nuevos grupos armados ilegales están fuertemente armados, tienen organización militar y mandos responsables y disponen de capacidad para ejercer control territorial y adelantar acciones militares contra otros actores armados. Son un factor activo en la intensidad del conflicto armado, con consecuencias directas y graves para la población civil”.

La acumulación de todas las circunstancias mencionadas en este Comunicado más otras que omitimos aquí en aras de la brevedad la consideramos una ‘bomba de tiempo’ que urge desactivar en beneficio de las grandes expectativas de Paz y Reconciliación que abrió en el Pueblo colombiano el proceso de desarme y desmovilización de más de 30.000 integrantes de las Autodefensas.

Sin herramientas y garantías no es posible que se respeten los derechos de las victimas que son la parte fundamental de un proceso de paz y reconciliación. Y si no hay respeto a los derechos de las víctimas, imagínense lo que nos espera a nosotros.

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