Por Fabio Medina
Ramírez - Jota Ochoa / Terra Colombia
Entrevista
exclusiva. En esta primera entrega de la extensa entrevista que concedió
Salvatore Mancuso a Terra Colombia, el ex jefe paramilitar pone en evidencia la
crisis del proceso de paz, producto del incumplimiento de los acuerdos de la
mesa de negociación. Hace una fuerte crítica al papel del Gobierno después
de las desmovilizaciones, y lo acusa de ser el responsable del rearme de grupos
violentos. Además, Mancuso afirma categóricamente que hay un esquema
paramilitar dentro del Estado, que está vigente.
Usted usó la muerte como herramienta para implantar su idea de Estado.
¿Sigue pensando que es una ‘herramienta’ válida?
Yo no utilicé la muerte como una herramienta. Desafortunadamente, no tuve
opción para defender mi vida y la de millares de personas de una población
expuesta a los ataques de la guerrilla, que venían asesinándolos
sistemáticamente. (Mire la historia del comunismo, la cantidad de muertos).
Y el abandono, la indiferencia y la insuficiencia estatal. En esa disyuntiva
cuando estamos a merced de un enemigo que nos asesina, si no estamos
ideológicamente de acuerdo con los preceptos que está implantando; un Estado al
que le pedimos protección y no nos defiende, sino que nos incita a que nos
defendamos y a que lo ayudemos a defender, no tienes otra opción diferente que
defenderte. Y esa defensa, en la medida en que te están asesinando y que ese
enemigo te enfrente militarmente con fusiles, no tienes otra opción diferente
de enfrentarte a ellos enfusilado.
No puedes llegar a ellos con una Biblia, porque de todos los que enviábamos
(pastores para que hablaran con ellos) la mayoría resultaban asesinados. Las
Farc asesinaron a Monseñor Duarte Cancino en Cali, por ejemplo. Entonces, no
tenía sentido enfrentar un fenómeno violento de una forma diferente, porque te
iban a asesinar.
Usted dice que el Estado los incitó a que se defendieran y los armó. ¿Eso
sigue funcionando o siguió funcionando después de la desmovilización?
El paramilitarismo de Estado sigue vigente. Ese paramilitarismo de Estado no
se ha desmovilizado.
Es la respuesta que puedo dar con relación a eso.
Es decir que funciona desde adentro ¿son los coroneles, los generales, los
altos mandos?
El paramilitarismo de Estado sigue vigente, no se ha desmovilizado porque no
están dadas las condiciones, ni están las leyes que le permitan hacerlo. Quienes
confiesen la participación en el proceso de fortalecimiento de las autodefensas
o de los fenómenos violentos de paramilitares en una región, tienen una pena
diferente, gravísima para ellos.
Esas penas no les va a permitir en este momento avanzar y salir a contar: ‘Yo
fui o yo asumo’, por eso es que cada vez que acusan a un militar dice ‘yo no
fui, yo no tuve responsabilidad’. Es mentira, es como cuando acusan a un
político, él responde diciendo que 'es mentira, cómo le van a creer a un
delincuente'.
Pareciera
que esos militares son la mano siniestra detrás de la violencia en Colombia
Esa implementación del modelo de paramilitarismo de Estado como punta de lanza,
viene como una política de Estado en alianza con los políticos y los gremios
económicos. ¿Quién tiene el poder en el país? ¿Quién pone los políticos? ¿Quién
tiene el poder económico?
Y ¿cómo se implementa aquella política marcada dentro de las directrices de la
escuela de las Américas? (silencio).
Ahí
tienen la respuesta.
La Escuela de las Américas fue fundada en 1946 en
Panamá como una escuela de entrenamiento para militares Latinoamericanos. Se
traslado a Fort Benning en 1984 después del tratado con Panamá sobre el
Canal, durante esa época entrenaron a más de 60,000 militantes de 23 países
en América Latina.
Su misión principal era fomentar o servir como instrumento para preparar a las naciones latinoamericanas a cooperar con los Estados Unidos y mantener un equilibrio político, contrarrestando la influencia creciente de organizaciones populares de ideología marxista o movimientos sociales de corte izquierdista a través de la enseñanza de tácticas de combate, contrainsurgencia, estrategias de guerra y anti-narcóticos. |
Para
mucha gente es difícil de creer que no tenían una retaguardia, sobre todo en un
proceso que no tenía muchas certezas...
Los orígenes del conflicto, las causas que dieron origen al conflicto,
siguen vigentes. Si nosotros hubiésemos pensado que las causas seguirían
vigentes jamás nos habríamos desmovilizado.
Nos desmovilizamos con una determinación unilateral, con una firme
determinación en avanzar en un proceso que permitiera al Estado asumir su
responsabilidad, que se fortaleciera y fortaleciera la democracia.
Nuestra presencia en el campo de batalla cada día debilitaba más las
instituciones, la democracia y, además, estábamos a punto de entrar en una
catástrofe humanitaria. Las guerras cuando, en especial como esta, son
irregulares violan el Derecho Internacional Humanitario, los derechos humanos,
toda guerra lo hace. La única forma de frenar esta situación es acabándola,
para evitar una catástrofe humanitaria.
Varios presidentes pasaron durante nuestra presencia como actor armado y
político del conflicto. E iniciamos acercamientos. El primer gobierno fue el
del presidente Samper, luego el presidente Pastrana, pero el único que nos
escuchó fue el del presidente Uribe.
Con el gobierno del presidente Uribe, en el año 2002, iniciamos
acercamientos, una etapa exploratoria y el proceso de negociación en sí, que
viene avanzando. Aún estamos en el componente judicial dentro de un proceso
político, que, desafortunadamente, en este momento está a la deriva y un poco
abandonado porque no se ha concretado el fin último que es ‘la desmovilización,
la reinserción plena de desmovilizados -aceptándolos y recibiéndolos en la
sociedad- y la responsabilidad asumida por el Estado en la seguridad de las
zonas, el proceso de reinstitucionalización y la presencia de él’, en fin,
solucionar las causas que dieron origen a esto que vivimos.
Entonces ¿no hay presencia del Estado en los lugares que ustedes dejaron?
En muchos lugares se fortaleció el Estado y la política de Seguridad
democrática contribuyó a ello, pero en otros la situación es caótica. Le pongo
el ejemplo del mismo departamento donde yo nací, donde me vinculé al proceso de
autodefensas, que es Córdoba.
Si usted mira las estadísticas de este año, en el mes de enero se registraron
63 muertes violentas, en febrero otro tanto, ahora en marzo viene otro tanto.
Existe en este momento un fenómeno violento mayor al que existió cuando estaba
esta zona en poder del Eln y las Farc.
Cuando estuvo en poder nuestro asumimos el control territorial, la función de
Estado de facto y fuimos, realmente, la autoridad en la zona y sacamos a la
guerrilla de los territorios.
Hablando con el gobierno nacional durante la mesa de negociación, les dijimos,
que debían comprometerse con el proceso de fortalecimiento de las
instituciones, la erradicación de los cultivos ilícitos, el combate a los
fenómenos delincuenciales y de guerrilla, ‘si quedan los cultivos en la zona
siempre va a haber alguien dispuesto a arriesgar su vida'...
Eso explica la reciente publicación de la carta abierta a Sergio Caramagna
en el 2006...
Precisamente, la carta a Caramagna, que le envié hace dos años, el 4 de
marzo de 2006, y que hoy se ha cumplido tal cual como se la mandé; pero esta
carta es producto de mi desespero, porque estaba cansado de decir lo que se
venía produciendo en la zona en la mesa de negociaciones, al gobierno, al
ministro del interior, al comisionado de paz, al mismo doctor Sergio Caramagna,
representante de la OEA.
Pensaba: si me desmovilizo sin que el Estado asuma responsabilidades, sin que
erradiquemos los cultivos ilícitos, se va a presentar un fenómeno de rearme, un
fenómeno de disputa por los territorios, un fenómeno violento por disputa de
toda esta serie de situaciones de control de poder económico, de cultivos
ilícitos, de actividades ilícitas… y se dio. A tiempo les expresé mi
preocupación, ‘miren, se rearmó un grupo, arrancaron con 20 hombres, ya tienen
20 hombres con fusiles, subió a 30 a 100 a 200, yo fui explicándoles, pero en
la medida que no se le daba solución a este problema que cada momento se salía
de las manos, no tuve una opción diferente que hacer pública mi preocupación y
mi demanda al gobierno y a la OEA.
Esa carta la mandé el 4 de marzo del año 2006 y si usted lee este documento,
esta carta abierta al doctor Sergio Caramagna, parece que fuese escrita hoy.
El
hecho haber publicado la carta de Caramagna, en estos días, ¿es un indicio
velado de que realmente hay un rearme paramilitar?
Si
hay rearme. Y hay rearme básicamente porque, desafortunadamente, la política de
reinstitucionalización del Estado en algunas regiones del país, no digo en todas,
no ha funcionado como debe ser. Prueba de ello es esta región (Córdoba) y otras
regiones más del país, donde la gente se está disputando los territorios.
Hay
un rearme, hay una disputa entre bandas que se rearmaron y la guerrilla por el
control de estos territorios. Además, están asesinando a los desmovilizados,
los llaman para que hagan parte de esas bandas y los que no participan los
asesinan y sumado a esto no hay una política de reinserción clara.
¿Por
qué dice que no es clara?
Los
proyectos productivos no funcionan, la aceptación de los reinsertados en el
seno de la sociedad no ha sido muy clara, el trabajo sicosocial que había que
hacer con la región, con las comunidades para que recibieran a los
desmovilizados, no se hizo. El trabajo sicosocial que había que hacer con los
desmovilizados antes de su desmovilización y después de la desmovilización, se
inició un año después y tiene muchísimas falencias.
Pero
desde la oficina de Frank Pearl y en los discursos del presidente Uribe el
balance es muy positivo. Las cifras dicen que todo está muy bien en lo que
respecta al proceso de paz.
El
doctor Frank Pearl asumió su cargo un año largo después de nuestra
desmovilización y empezó a implementar estos programas de acción sicosocial,
velando por la reinserción de los hombres.
Pero,
por ejemplo, le pongo el caso específico nuevamente de Córdoba (que es donde se
ve con más intensidad la expresión violenta y el fenómeno de rearme): hoy no
existe rastro, dicho por ellos mismos, de 600 desmovilizados, sólo en el
departamento de Córdoba.
Hoy
vemos que las posibilidades laborales y de reinserción plena a la sociedad es
limitada, además la exclusión de la toma de poder de los desmovilizados es un
hecho y un caso real: la participación en política no está permitida, cuando en
los acuerdos que hicimos con el gobierno nacional decían claramente que íbamos
a tener la posibilidad de una participación política y social plena, luego de
purgar en las cárceles la condena correspondiente a la responsabilidad de
nuestras acciones.
Yo
me pregunto, cómo pueden avanzar las guerrillas en un proceso de negociación,
si el poder que ostentan las guerrillas y los grupos al margen de la ley
(producto de la irresponsabilidad o de la debilidad del Estado), se les va a
quitar y además les quitan la posibilidad, el derecho, de participar en
política.
Cuando
yo tomé un fusil, lo hice por defender mis intereses y los de las comunidades
que depositaron en mí la responsabilidad para que asumiera ese liderazgo para
solucionar los problemas que se les presentaban.
Cuando
avanzo en un proceso de desmovilización y guío a todos los hombres de las
autodefensas en ese proceso, lo hago para fortalecer la democracia, las
instituciones y poder desde allí (las instituciones y la democracia), seguir
luchando y velando por los intereses que tenía descuidados el Estado en las
diferentes regiones donde era comandante.
Si
esa posibilidad se trunca a todos los desmovilizados, de guerrilla o de
autodefensa, ¿Cómo podrían avanzar en un proceso de negociación?
Es
bien difícil que lo hagan. Esto pone en peligro la reinserción a la vida civil
y hace más atractiva la guerra si a los desmovilizados, repito de las AUC y de
las guerrillas, no se les permiten esa participación política, porque el poco
poder que ostentan estando afuera, aquí se les va a coartar completamente, se
les va a encarcelar y van a perder los derechos políticos.
El
proceso hay que reorientarlo, tanto a los desmovilizados de autodefensas como a
los desmovilizados de la guerrilla, como sucedió con los desmovilizados de las
guerrillas anteriormente. Hay que abrir la posibilidad de participar en el
campo político, democráticamente, sin armas, básicamente ese es el aliciente de
soltar los fusiles, queremos fortalecer la democracia, queremos participar en la
toma de decisiones que afectan las regiones por las que luchamos, si esa opción
no se da, no va a haber un aliciente para que las guerrillas entren en un
proceso de negociación.
Y no
va a haber un aliciente para negociar con los nuevos grupos que se han rearmado,
que avanzan como un fenómeno delincuencial en un principio porque necesitan
fortalecerse económicamente para crecer militarmente y luego empezar todas las
acciones políticas que ya se nota que están haciendo. De hecho hace poco hubo
un pronunciamiento del alto comisionado de Naciones Unidas, que afirma que
algunos de esos grupos ya tienen estructura, control territorial y empezaron a
ejercer funciones políticas dentro de algunas regiones.
¿Entonces
sí hay Águilas Negras?
Los
medios de comunicación han generalizado ese fenómeno al llamarlo Águilas
negras. Pero es el rearme que se ha venido dando de muchos grupos de ex
autodefensas que se han vuelto a rearmar y han asumido el control de los
territorios donde quedaron focos de cultivos ilícitos y narcotráfico que la
guerrilla o los mismos desmovilizados en alianza con narcotraficantes y
delincuencia común llegaron a controlar y empezó una disputa por esos
territorios entre el narcotráfico, la guerrilla, los mismos desmovilizados, la
delincuencia, etc., es una mezcolanza enorme de cosas que pasan y que
advertimos desde la mesa de negociaciones y posteriormente hice público en la
carta del año 2006.
Pero
quiero decir algo más allá, cuando yo me vinculé a la autodefensa, así como el
grupo que lideraba el mayor Fratini, que yo heredé, existían en todo el
territorio nacional centenares de grupos de paramilitares, al servicio de los
militares -conformados y auspiciados por ellos- y toda la responsabilidad de
estos pequeños grupos (de los cuales controlamos o absorbimos algunos), todas
las acciones que desarrollaban, nos las endilgaban a las autodefensas.
Y
qué sucede, una vez desarmadas las autodefensas, todos esos grupos, diseminados
a todo lo largo del territorio nacional, que ya tenían una visión y experiencia
en el manejo y lucha contra lo que representara un peligro para sus intereses,
volvieron a surgir. Y lo hicieron porque falló el proceso de fortalecimiento de
las instituciones y de la democracia en esas zonas y empezaron a nacer focos
violentos: guerrilla retomando el territorio, conflictos por el control por los
territorios y se degeneró nuevamente el fenómeno.
No
hubo ese control de aquel comité multilateral que propusimos (en la mesa de
negociación), para que informara de cualquier surgimiento de nuevos grupos, de
focos violentos y del incumplimiento del Estado. Así se hubiera combatido la
corrupción, la delincuencia, el narcotráfico, la guerrilla, la autodefensa,
pero no se creó.
Es
difícil de creer que no lo crearan, si con ese instrumento hacían que nosotros
cumpliéramos al pie de la letra con los compromisos que teníamos con el
gobierno nacional, pero el gobierno también tenía que cumplir.
¿Tal
vez el proceso fue muy apresurado y no se desmontaron todas las organizaciones
que se debieron haber desmontado?
No,
se desmovilizó la gente. El problema es que se volvieron a rearmar y a
establecer todos los satélites que funcionan alrededor de una organización (de
apoyo, crecimiento). La gente se va a rearmar, van a surgir nuevos focos
violentos, nuevamente infiltración de las instancias de poder políticas
económicas, sociales y sigue el espiral de violencia, y la repetición de todos
estos esquemas.
En
el libro de Carlos Castaño decía que cuando había que matar a una persona, se
le enviaba a través de un papel el nombre de la persona. En aras de reconstruir
la verdad histórica ¿quiénes eran los que estaban detrás esto?
Eso
nos lo contó el comandante Castaño, pero jamás nos dijo quiénes eran esas
personas que participaban dentro de una situación.
Él
decía que le llegaba y no sabía quién era. Pero tenía que saber quién le
mandaba la información y seguramente no era en un papelito. Seguramente era una
carta, un CD, un medio magnético o él mandaba algún representante a reunirse
con ellos, o ellos enviaban a un representante y así le explicaban al
comandante Castaño cuáles eran las visiones y las directrices en cuanto al
manejo de las Autodefensas.
¿Pero
quiénes eran esas personas que estaban detrás de eso?
Él
siempre dijo que habían representantes del poder económico, del poder político,
del poder militar y del poder eclesiástico, incluso.
(Fin
de la primera parte de la entrevista)
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