Texto
publicado en www.verdadabierta.com
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Washington, D.C., Marzo de 2009
Honorable Senadora
PIEDAD CÓRDOBA
E. S. D.
Respetada Senadora:
En mi sitio de reclusión he conocido de las gestiones que usted, en compañía de
otros Congresistas colombianos ha adelantado en la ciudad de Washington,
indagando por el estado del proceso de paz con las extintas Autodefensas Unidas
de Colombia y de las preocupaciones que ha expresado por el futuro de este
proceso, en particular en lo relacionado con la reparación a las víctimas, que
cada vez pareciera más lejana por la extradición de quienes fuimos los máximos
comandantes de las AUC y los tropiezos que desde entonces se vienen presentado
para la reanudación de las diligencias en el marco de la Ley 975 de 2005.
Permítame expresarle Senadora, que comparto su preocupación, que sé que es la
de las víctimas de nuestro accionar armado, por el cual he pedido perdón en
varias ocasiones; y acepte mi agradecimiento por su preocupación por el futuro
del proceso de paz.
Como consta en los expedientes adelantados por las autoridades judiciales de
Justicia y Paz y en la memoria histórica del país, fui el primero de los
comandantes de las autodefensas en desmovilizar las estructuras armadas bajo mi
mando, cuando no se contaba siquiera con un instrumento jurídico que nos
garantizara seguridad en las condiciones ofrecidas por el Gobierno Nacional
para la desarticulación de nuestro aparato militar. También fui el primero en
atender el llamado del señor Presidente de la República a recluirme en el
Establecimiento Carcelario de la Ceja (Antioquia), desde donde posteriormente
fui trasladado a la Cárcel de Máxima Seguridad de Itagüí, junto con los demás
comandantes.
Mi voluntad de renunciar de manera definitiva a las armas y contribuir a la paz
de Colombia, expresada desde hace ya casi un lustro, sigue siendo hoy la misma,
pese a las dificultades que no solo yo, sino también mi familia, hemos tenido
que afrontar desde entonces. Mi decisión inquebrantable de contar toda la verdad,
no solo de nuestro accionar militar sino de la infiltración de las estructuras
institucionales, políticas, económicas, militares y sociales en las zonas donde
tuvimos influencia, ha sido evidente desde el inicio de las versiones libres
ante la Unidad de Fiscalía Delegada para la Justicia y la Paz y en mis
testimonios ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, así como
evidentes han sido los resultados: la iniciación de innumerables procesos
judiciales por vínculos de políticos, funcionarios públicos, líderes gremiales
y personas representativas de las regiones con los grupos de autodefensa y la
apertura de un debate ético sobre estas relaciones que fueron la constante en
muchas regiones del país durante más de una década. Desde mi acogimiento a Justicia
y Paz, a través de mis abogados, he venido realizando las gestiones pertinentes
para entregar al Estado los bienes sobre los cuales ejercía el dominio o
posesión, con fines de reparación económica a las víctimas.
Estos actos de verdad y reparación han sufrido grandes tropiezos a raíz de mi
extradición. Las dificultades logísticas para la realización de audiencias y
diligencias de versión libre desde los Estados Unidos están causando una
dilación importante al trámite de los procesos, tanto en el desarrollo de las
versiones libres, como en los trámites de entrega de bienes para reparación a
las víctimas. Sin embargo, a pesar de las dificultades, mi propósito de cumplir
con los compromisos de verdad y reparación a las víctimas sigue incólume.
Senadora: La situación que se suscitó a partir de nuestra extradición, ha
generado un estado de indefensión, tanto para las víctimas, como para nosotros
los postulados, que además de vernos impedidos para continuar los trámites
judiciales de la Ley de Justicia y Paz con la misma dinámica que se venían
adelantando cuando estábamos recluidos en cárceles colombianas y sin poder
hacer mucho al respecto, observamos con preocupación e impotencia cómo nuestras
familias son amenazadas, e incluso objeto de atentados, por parte de sectores
que no quieren que sigamos contando la verdad. Entiendo que usted conoce estas
dificultades y las ha transmitido a la opinión pública.
Estoy seguro, doctora Piedad, que usted puede jugar un papel importante y hacer
un aporte trascendental, como el que ha realizado con éxito en otros escenarios
del conflicto armado colombiano, para que el proceso de paz con las
desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia no se frustre y con ello se
sepulten las legítimas expectativas de verdad y reparación de las víctimas y
del país en general. Por ello y conocedor de su genuino interés en evitar que
esto pase, me permito invitarla a que se reúna conmigo y con los demás
excomandantes de las AUC detenidos en cárceles norteamericanas, que, estoy
seguro, comparten el mismo interés, con el fin
de buscar puntos de encuentro y, de ser posible, acordar propuestas tendientes
a evitar el estancamiento y virtual muerte de este proceso.
Agradezco de antemano su atención.
Cordialmente,
SALVATORE MANCUSO GÓMEZ
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